¿Quién no se ha sentido alguna vez diferente? ¿Ser diferente es algo necesariamente negativo? La ilustradora catalana afincada en Galicia Estefanía Padullés se ha propuesto demostrar que no. Una tarea a la que se enfrentará con la ayuda de Leopoldo, un simpático monstruito cuyo pequeño tamaño, en relación al de sus congéneres, lo convierte en motivo de burla por parte de sus compañeros.

Con Leopoldo, el pequeño monstruo, la ilustradora y escritora propone a los lectores una reflexión sobre una de las lacras que actualmente pesan sobre todos los niveles del ámbito educativo, el acoso escolar. "Intento incluir en mis libros un mensaje, algo que me preocupe socialmente. Que tenga un trasfondo que pueda suponer una ayuda tanto para niños como para padres", explica.

Leopoldo, el protagonista de la historia, convive con el complejo de su pequeño tamaño. Abrazar la diferencia en lugar de excluirla es el mensaje subyacente que su creadora quiere hacer llegar a sus pequeños lectores. "Cada monstruo es diferente. A veces, incluso las cosas que nos acomplejan pueden hacernos únicos y más fuertes", reflexiona.

Es el quinto libro que Estefanía Padullés, asentada en el ámbito de la literatura infantil, publica con la coruñesa Hércules. No es la primera vez que sus historias van más allá de los cuentos y se cuelan en el terreno de la fábula, cuyo objetivo es el de dejar una enseñanza más allá de un relato entretenido.

En ¿A manchas o a rayas?, otro de sus volúmenes, el tema era el racismo. "Tener manchas o rayas en la piel es algo que no debería importar. No es como tener alas o aletas", simplifica ella. En otra de sus obras, el miedo a la oscuridad, tan común en pequeños y mayores, era el enemigo a batir. En Leopoldo, el pequeño monstruo, Estefanía Padullés echa mano de los monstruos como personajes principales, una elección que, revela, no tiene nada de casual. "No tiene sentido que los monstruos, con lo raros que son, se rían de otro monstruo. Me pareció una buena forma de tratar el acoso", añade.

Sin embargo, el proceso de creación discurre para Estefanía Padullés en la dirección contraria a la habitual. Primero, la imagen. Después, la idea. "Me considero más ilustradora que escritora. En esta ocasión, me apetecía dibujar monstruos. Siempre dibujo lo que me apetece. En este caso, creo que los monstruos son algo llamativo para los niños, les entra por los ojos", apunta.

La autora prefiere no poner coto a la edad de los niños a quienes pueda interesar la historia, pensada para primeros lectores. "Intento no simplificar demasiado los dibujos, para que puedan llamar la atención de los niños más pequeños, pero resulten interesantes también para los de 9 o 10 años", explica.

Como autora dirigida a público infantil, invita a no subestimar las capacidades de los más pequeños, que están, en ocasiones, más preparados de lo que se cree para afrontar y entender temas más complejos. "Los niños no tienen nada de tontos. Yo lo veo cuando me preguntan cosas sobre lo que escribo y dan en el clavo con lo que yo quería transmitir. Aciertan siempre", observa la ilustradora.