Agustín Ferrer Casas transitó del mundo de la arquitectura al del cómic. Ambos intereses confluyen, ahora, en Mies, una adaptación gráfica de la biografía del célebre arquitecto Mies van der Rohe que muestra las luces y las sombras en torno a su figura.

Su carrera en el mundo del cómic discurre por el camino contrario al habitual. Dejó la arquitectura para dedicarse por entero al dibujo, que era su hobbie

Yo tenía todas las papeletas para acabar haciendo esto o tirarme al río. Como el río no llevaba mucha agua, tuve que optar por dejar la arquitectura. Necesitaba estar en casa las 24 horas, soy cuidador, un trabajo como este era lo mejor. Tuve muy buenos años en la arquitectura, pero no podía estar ausente tanto tiempo de casa. Me decanté por una cosa que era un hobbie, sabía que más o menos lo dominaba porque ya había participado en concursos y había ganado premios.

¿De qué es más difícil vivir?

Yo es que nací con una flor en el culo. En el mundo de la arquitectura tienes el problema de que si se te cae algo te demandan, eso te da un poco de respeto. Esto, si no se te cae una tonelada de libros encima, es complicado que te mate, y por muy malo que seas, los lectores no van a ir a tu casa a cortarte el cuello. Esto es mucho más ventajoso. Particularmente, yo trabajo sin prisas, si me empiezan los nervios lo dejo y no pasa nada.

En Mies

Lo tiene prácticamente todo, quienes hayan pasado por la arquitectura y tengan algo de noción de los grandes maestros de la arquitectura, saben que siempre figuran tres: Mies, Frank Lloyd Wrigth y Le Corbusier. Mies pasó por la etapa del surgimiento de las vanguardias, pasó por una guerra mundial, el ascenso del nazismo... vivió todo el proceso de encabronamiento de Europa. Luego emigra a Estados Unidos y ahí es donde nace prácticamente toda su obra. Todo ese vivir le hace ir dejando cosas por el camino, elementos personales: amigos, socia y amante, familia... Eso, y su compadreo con los nazis se le recrimina muchas veces. Es un personaje que tiene sus luces y sus sombras. Como arquitecto era un fenómeno, pero como persona, le gustaba mucho la filosofía pero practicaba poco la ética.

¿El cómic va dirigido a los convencidos, es decir, a los arquitectos ya formados, o está destinado a abrir boca al público menos experto?

Podría haber hecho un catálogo, que a los arquitectos les habría emocionado, pero quería enseñar esa vida personal de este hombre. Decir qué es lo que motivó las obras que hizo. Lo interesante era dárselo a conocer al público generalista. Es complicado, porque no es que la gente odie a los arquitectos, es que muchas veces los sufren y no tienen una buena imagen de ellos, por obras que han hecho algunos arquitectos estrella. Quería demostrar que podía dar una visión para todos los públicos, que fuese algo docente para todos.

Es una forma de democratizar el mundo de la arquitectura, que a veces peca de elitista.

Sí, exacto. Ese es el problema. Vivimos en la arquitectura, todos tenemos vivienda. A lo largo de la vida cambiaremos una o dos veces, pero siempre tendremos vivienda. Igual no prestamos atención al sitio en el que vivimos, o no lo valoramos suficiente. Esto es para demostrar que todos podemos mirar con otros ojos la arquitectura que tenemos cerca. Muchas, no todas, vienen a ser como obras de arte de un formato grande. Estás dentro de ellas.

¿Hace falta ser arquitecto para dibujar este tipo de cosas?

Viene bien. Tienes las herramientas para hacer ese texto, ir enfocado y tratar de cierta manera la arquitectura. Pretendía que la arquitectura no fuese protagonista, sino fondo. Está ahí, se explica, se pone en relación. Viene bien tener ese conocimiento de arquitectura para no reflejarla como una mera anécdota.

Tiene la intención de adaptar la vida de Frank Lloyd Wright ¿Le tocará también a Le Corbusier?

No. Jamás. Le Corbusier era un misógino y un antisemita. Tenía todos los ingredientes para tirarlo al río. Me gusta mucho su arquitectura, pero no se merece un cómic, y mira que tiene montones de ellos.