A las salas de conciertos se les agota el oxígeno. Llevan meses prácticamente sin poder trabajar y los pequeños conciertos previstos con la ayuda de la Xunta para reanimarlas del coma se han pospuesto. Reivindican su papel como dinamizador cultural de las ciudades y demandan no ser consideradas espacios de ocio nocturno al uso, máxime cuando hay administraciones que están promoviendo propuestas culturales en espacios interiores, que también podrían organizar ellos con el aforo limitado, dentro del mismo horario en el que sí se permite abrir a la hostelería y con las restricciones sanitarias que les impongan.

En una carta dirigida a la Xunta y presentada ayer por el presidente de la Asociación Galega de Salas de Música ao Vivo de Galicia (Clubtura), Alberto Grandío, defienden su condición de "establecimientos culturales" y demandan "que se permita expresamente a las salas de conciertos y cafés conciertos representados por Clubtura el mantenimiento de su programación cultural, observando todas las medidas impuestas al resto de espacios culturales, como teatros o auditorios, a los que sí se les permite mantener esta actividad".

Desde A Coruña, el programador de la sala Mardi Gras y miembro de la directiva de Clubtura, Tomi Legido, explica que la Consellería de Cultura ha dejado la cuestión en manos de Sanidade y ahora mismo se encuentran "desamparados". "Esperemos que conversen entre sí y se den cuenta de que están cometiendo una discriminación clara", comenta.

Relata el problema e inseguridad jurídica que les genera la redacción literal del decreto de las restricciones, que les impide abrir "cuando su actividad se desarrolle de forma análoga" a discotecas y pubs. Para Legido, esto deja "abierto a interpretación" de la Policía Local o del Ayuntamiento de turno qué se puede hacer y qué no. "Que nos lo aclaren y que se determine que la actividad principal es la cultura y nos permitan funcionar dentro del horario que permiten a otros, que nos permitan vivir", exige.

"Parece que somos los malos de la película cuando nos hemos esforzado todos en hacer inversiones importantes", dice Legido, que destaca que, mientras se ha suspendido el circuito de conciertos de la Xunta para reactivar a las salas y ayudar a los músicos gallegos, han visto cómo, por ejemplo, se van a celebrar conciertos en un mercado de Vigo patrocinados por la misma Administración autonómica.

Todos coinciden en que la supervivencia está "realmente complicada". Tanto Legido como Pepe Doré, del Garufa Club, señalan que ya hay salas emblemáticas que han tenido que echar el cierre, como la histórica Libertad 8 de Madrid, y que, sin ayudas ni soluciones, habrá cerrojazos en cadena. "Primero se nos considera ocio nocturno, después cuando hay una mesa para negociar no se nos convoca... parecemos el niño tonto", lamenta Doré, que alerta de que "prolongarlo en el tiempo es insostenible". "Ahora mismo la gente está con el agua al cuello", añade, "las ayudas no se concretan, además de lo farragoso que significa acceder a ellas, los plazos de contratación se dilatan muchísimo y a lo mejor cuando lleguen, ya se acabó el oxígeno".

El responsable del Garufa recuerda que pudieron tener una pequeña programación en julio pero que la situación es complicada porque también se les está estigmatizando. "Nos señalan constantemente como foco de contagios sin datos registrados de positivos en salas de conciertos; que los puede haber, como los puede haber en cualquier establecimiento y en horario diurno", sostiene.

Para Cristina Toba, impulsora del Baba Bar, con programación musical y escénica, el sector está herido de gravedad y necesita, ahora mismo, ayudas de manera directa. Entiende que de nada vale que se pospongan los conciertos en los que colabora la administración si las salas no llegan abiertas a esa fecha, teniendo en cuenta además la merma de ingresos por la reducción de aforo y de las consumiciones que se realizan durante las actuaciones. "Además del reconocimiento como espacios culturales, necesitamos ayudas, porque las ciudades se van a quedar sin estos espacios que son muy importantes para la vida activa de una sociedad", argumenta,. "¿Qué pasará si dejamos de existir, con todo lo que le hemos aportado a la ciudad?".