Falemos de sexting es el título de la charla. ¿Se habla poco todavía de estos temas?Falemos de sexting

Creo que el tema del coronavirus ha propiciado que se ponga sobre la mesa. Hay muchas parejas que no han podido pasar la cuarentena juntas, u otras que tenían cierto vínculo y tampoco. El tema del sexting se ha puesto sobre la mesa, y así como antes se abordaba de una manera más negativa, he percibido que estos últimos meses se le ha intentado dar un punto de vista positivo. Al fin y al cabo, es una forma de acercarse. Se le han empezado a ver sus posibles beneficios.

Ante el riesgo que supone a veces, la reacción, en ocasiones, es la de prohibir o censurar.

Yo creo que la educación prohibicionista no suele ir a parar a muy buen puerto. Yo siempre abogo por la educación y la información, esto nos ayuda a tomar decisiones más libres. Que alguien te imponga algo de forma paternalista no suele ser bueno.

¿Hay una forma segura de hacer sexting

Seguro 100% en la vida no hay nada. Hay que ser consciente de que estamos corriendo siempre un cierto riesgo, que podemos minimizar de diversas maneras. Hay que ser conscientes de cuáles son nuestros límites, que no son los mismos para todos. En función de eso, a la hora de hacer sexting, que no tiene necesariamente por qué implicar mandar vídeos o imágenes, si te apetece compartir estos contenidos, tener en cuenta qué te daría vergüenza que se compartiera, lo que te hace sentir segura en eso. Otra cosa que suelo recomendar, es que si es una foto más atrevida, intentemos que no se nos reconozca en cierto modo: no enseñando la cara, ocultar piercings o tatuajes muy reconocibles, marcas de nacimiento...jugar con la sugerencia o la sutileza y no tanto con la exposición. Hay que tener cuidado con las aplicaciones que utilizamos. Telegram es bastante segura, dentro de la inseguridad de lo tecnológico.

La charla va más dirigida a conocer su funcionamiento, de forma que se pueda practicar sexting

Sí, pero también hablamos de riesgos. Hay que conocerlos para tomar decisiones. Hablar de riesgos es importante, hablamos de fenómenos que se confunden con el sexting, como la sextorsión o el revenge porn. Puedo hacer sexting con un ligue y que luego me chantajee o quiera vengarse de mí.

¿Estos riesgos pueden llegar a convertirse en un problema a día de hoy?

Sí, claro. No podemos pintar algo de ideal porque todo tiene su parte buena y su parte mala. Con toda la información, que la persona tome su decisión libremente sobre si está dispuesta o no a asumir ciertos riesgos. En sexualidad, cada persona debe elegir lo que es correcto o no para sí mismo.

¿A qué público va dirigida la charla? ¿Padres, adolescentes...?

A todo el mundo, en realidad. Tiene contenidos que pueden interesar a todos. En la anterior edición, en el público había gente de todas las edades. Hay una parte del taller en la que se habla de las familias, sobre cómo abordar esta cuestión. También está el tema de que el sexting se relaciona con los adolescentes, pero hay estudios que dicen que los adolescentes solo suponen entre un 7 y un 27% de las personas que lo practican. Entre los 30 y los 50, parece que no, pero es un sector que lo practica bastante.

¿A qué responde el estereotipo de dejar fuera a ciertas edades?

Supongo que responde a la creencia de que las personas mayores tienen una sexualidad más de matrimonio, que no hacen este tipo de cosas, o que al no ser nativos tecnológicos les cuesta más. Realmente, hoy en día todo se adapta. Hay aplicaciones para ligar especializadas en personas de 50 o 60 años.

¿Qué papel juega en los posibles riesgos la perspectiva de género?

Las chicas, las adolescentes, las mujeres, somos las que realizamos más sexting activo, las que enviamos contenidos. El hombre juega un papel más pasivo, más de recibir que de enviar. Eso ya nos pone en un lugar de desventaja en cuanto a los riesgos. Luego está el tema de que, si por lo que fuera, esos contenidos se difunden, no se concibe igual para las mujeres que para los hombres. Se nos da siempre una educación sexual mucho más restrictiva, más intransigente. Vivimos en una sociedad en la que todo está hipersexualizado: tener una vida sexual está muy bien para los hombres, pero en el momento en el que se percibe algo más íntimo sobre la vida sexual de alguien, enseguida se pena, y pasa más con las mujeres.

Todavía se las juzga más.

Se ha avanzado un poco en temas como el de la masturbación. El satisfyer ha favorecido un diálogo generacional, ha puesto sobre la mesa el tema de la masturbación femenina, que hasta hace poco se concebía como de mujeres desesperadas. Todavía queda mucho por hacer. Se percibe cuando hablas con adolescentes; ellos intentan parecer ligones, y las chicas llevan a sus espaldas el tema de que si te lías con muchos eres una fácil.