En la calle Tabernas se reformaron edificios a pesar de encontrarse murallas medievales, y en algunos casos se integraron. Lo mismo sucedió en O Parrote, y también en el número 17 de la calle Príncipe, de donde salieron los restos analizados por estos arquitectos. Se excavó, se guardaron los restos y se siguió con las obras de los edificios. No fue así en el número 6-8 de la calle Príncipe, a pocos metros de distancia de este hallazgo. Lo que sucedió aquí da para un libro.

Un promotor inicia en 2002 un edificio, aparecen muros de la ciudad de los siglos X y XIV, el empresario se ofrece a abrir un museo, incluso presenta el proyecto, el diseño de un espacio interpretativo de todo el pasado de la Ciudad Vieja. Pero solo encontró obstáculos y pérdidas millonarias tras los múltiples pleitos que le presentaron los propietarios de un edificio anexo al que el nuevo inmueble les restaba vistas al mar. Aún hoy sigue vivo este conflicto. El promotor de la calle Príncipe lo era también de un inmueble en la calle Santo Domingo, donde el Concello en marzo de este año ordenó demoler las buhardillas para legalizarlo. El 6-8 de Príncipe es ahora propiedad del fondo Romareda.