Hace poco más de una semana, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, daba a conocer una serie de datos sobre la distribución de los contagios de coronavirus en la ciudad de A Coruñacontagios de coronavirusA Coruña que invitaban a extraer una serie de conclusiones: las cifras oficiales situaban a los barrios del Agra do Orzán, Sagrada Familia, Os Mallos y O Ventorrillo como los de mayor concentración de casos de coronavirus en la ciudad. Unos hechos que nada parecen tener de casuales, teniendo en cuenta el componente demográfico que comparten las cuatro zonas al tratarse de los barrios que concentran la mayor superpoblación de la ciudad, y, a la vez, las rentas más bajas.

Durante estos meses, ha sido habitual escuchar de medios y autoridades que el coronavirus no entiende de fronteras o clases sociales, una afirmación que, datos en mano, parece haber caído por su propio peso. Que el componente socioeconómico juega un papel crucial en la concentración y contagio del virus es una realidad que se revela cada vez más sólida conforme avanza la pandemia, y un condicionante preocupante si se tiene en cuenta la crisis económica que se avecina y que se cebará, previsiblemente, con los estratos más precarios de la población.

Una idiosincrasia que trasciende a las fronteras coruñesas y empieza a hacerse norma en otras localizaciones del estado: el volumen de contagios en Vallecas, Usera o Carabanchel es también sustancialmente superior al de distritos de condiciones económicas más ventajosas como Salamanca o el Retiro.

Lo adelantaba hace pocos días el arquitecto Luciano Alfaya, en un artículo publicado por este diario, en el que alertaba del peligro del contexto en el que fluctúan estos datos. "El mayor conocimiento de los datos sobre personas afectadas por la Covid-19 empieza a dibujar una radiografía peligrosa en la que se identifica densidad de población y riesgo de contagio", advertía entonces. Ni más, ni menos. En barrios como el Agra do Orzán conviven, a día de hoy, una media de tres habitantes por metro cuadrado. Se trata del barrio más poblado de Galicia, una circunstancia que explica, en gran medida, la rápida expansión del contagio respecto a otras zonas.

"La explicación fundamental es esa. Los brotes surgen en barrios que tienen una mayor densidad de población. El virus se contagia cuanta más aglomeración de gente exista, es más fuerte que en aquellas zonas urbanas donde la población está más diseminada", apunta la decana de la Facultad de Sociología, Raquel Martínez Buján. Para Buján existe, además, otro componente esencial que explicaría la concentración de casos en la zona: la escasez de espacios verdes o diáfanos en determinados distritos en los que los vecinos puedan disfrutar de su tiempo de ocio.

"En el Agra hay una ausencia notable de zonas abiertas de espacio público amplio, lo que hace que los contactos entre la población sean cercanos. En zonas en las que tienes mucha amplitud para poder pasear y hacer compras es fácil evitar los contactos", reflexiona Martínez Buján. Una circunstancia que avala la pertinencia de una de las demandas más añejas de los vecinos del Agra, que ya situaron como un problema la escasez de zonas verdes en el barrio en tiempos pre-pandémicos.

La tipología de la vivienda preponderante en estos barrios podría ser, a ojos de la socióloga, otro de los condicionantes que propicien la concentración y expansión del virus en determinadas zonas. "En estos barrios existe una forma habitacional de viviendas muy altas, con muchos vecinos por planta. Este tipo residencial suele ser el más económico", apunta.

Trabajadores esenciales

Una visión con la que concuerda el arquitecto y miembro del colectivo Ergosfera Iago Carro, que hace además hincapié en otra circunstancia con respecto a las condiciones de las viviendas de los barrios con rentas más humildes, ya que el hecho de tener que permanecer en los hogares por un tiempo prolongado toma un cariz diferente en función de donde se resida.

"Hay que tener en cuenta las condiciones materiales de vida de unas viviendas respecto a otras. No podemos exigir el mismo nivel de sacrificio a aquellos que comparten un piso de 70 metros cuadrados que a una familia que vive en un chalet de Ciudad Jardín", advierte. Unos hechos que, a ojos de Iago Carro, deben ser analizados lejos de la criminalización o el señalamiento mediático. "La impresión es que se ha tratado de hacer un relato de la cuestión de que en estos barrios vive gente más incivilizada, y en ningún caso es así", argumenta.

No obstante, y de forma pareja al urbanístico, el componente laboral parece jugar un papel esencial en la distribución de los casos por barrios. Muchos de los distritos que concentran una renta por cápita menor están habitados por trabajadores esenciales, que desempeñan trabajos de baja cualificación, que generalmente los colocan en posiciones más vulnerables al contagio al no ser posible la alternativa del teletrabajo. "Es otra de las contradicciones que nos muestra toda esta historia. Después de todo esto, no parece que se hayan revalorizado los trabajos que se han revelado como esenciales para la sociedad, no ha habido una reflexión material en términos salariales", lamenta el arquitecto.

Una percepción que apoya el economista Paolo Rungo, director del Observatorio Ocupacional de A Coruña. "La pandemia está sacando a la luz las muchas formas en las que la pobreza y la precariedad afectan de forma negativa a las personas", señala. Una tendencia común, a ojos de Rungo, que no debe asociarse estrictamente a la irresponsabilidad de uno u otro colectivo, sino, más bien, a la desigualdad socioeconómica.

"Son personas que trabajan en supermercados, las que cuidan a los demás, las que reparten mercancías que recibimos cómodamente en casa y las que sirven cafés y cervezas en las terrazas", ejemplifica. Ocupaciones que, para Rungo, conllevan una mayor interacción social que justificaría la mayor incidencia del virus, además de una remuneración generalmente baja que priva de alternativas a quienes desempeñan estas actividades. "Bajos ingresos y mayor precariedad implican la necesidad de seguir trabajando en cualquier situación, aunque suponga mayor riesgo para sí mismos". Al igual que para Carro, es esencial, a ojos de Rungo, cuidarse de señalar erróneamente "a las personas que, con su trabajo, nos ayudan a superar esta situación".

Disminución de casos

Sobre la evolución de los contagios en los barrios en los que, según relató el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el coronavirus entró con mayor intensidad en la ciudad, Agra do Orzán, O Ventorrillo y Sagrada Familia, el gerente del área sanitaria de A Coruña y Cee, Luis Verde, dijo ayer que son lugares "con mayor índice de población" y que, por tanto, "tienen más "probabilidades de que se transmita la infección, con más posibilidades de contacto entre las personas" y donde hay que "hacer un esfuerzo mayor en mantener las recomendaciones y las pruebas". "Los resultados son genéricos en toda el área, también en esas zonas en las que hay mayor incidencia estamos viendo la disminución", explicó Verde, que aseguró que harán "todas las pruebas que se necesiten" y que "estarán más tiempo" rastreando el virus "porque es donde vive más gente".