Nada procesado o artificial entra ni sale de las cocinas de Hellas, el reducto griego que acaba de cumplir su mayoría de edad en el Callejón de la Estacada. Andrea Vastianou, su propietaria, se asegura de ello. "Ni colorantes, ni conservantes. Todo fresco comprado al día en el mercado. Los condimentos griegos, como el yogur, el queso o el aceite, vienen de Grecia directamente", asegura ella, que tiene muy clara su intención. "Yo no soy chef, soy cocinera. No soy partidaria de inventar, sino de plasmar la cocina tradicional griega que aprendí de mi familia y de mis vecinos. Quiero que entres en mi casa y sientas que entras en una casa griega", asegura. El envío a domicilio no está entre las opciones. "No quiero colaborar con empresas que exploten a sus trabajadores", zanja. Desde su local, que acumula, año tras año, certificados de excelencia de Tripadvisor, sigue con atención el devenir de los hechos en su país natal, donde reside su familia y que pasa, ahora mismo, por un momento parecido al que se vive aquí. "Al principio pensamos que se iría de las manos, pero hubo poquísimos casos, se hizo muy bien. Ahora, al abrir fronteras, ha habido un rebrote enorme. Hubo exceso de confianza, es un país que vive del turismo", relata. Lo que cambia, sin embargo, es la cuantía de las sanciones, que logran su efecto disuasor. "Allí, si un local incumple, se le multa con más de 5000 euros", explica.