Una concha acústica para que el Coliseum se convierta en la casa de la Orquesta Sinfónica de Galicia y también de su público, cuando pueda entrar a verla. Por ahora, no es posible hacerlo en directo, pero sí escucharla desde casa, ya que la Sinfónica ha grabado su primer concierto, el que había programado para María Pita y que la pandemia obligó a realizar a puerta cerrada.

Cuenta el jefe de producción de la Sinfónica, José Manuel Queijo, que, para que la orquesta pudiese sonar bien y para que todos los músicos pudiesen escucharse sobre el escenario incluso mejor que en el Palacio de la Ópera, a pesar de estar más separados, se fijaron en el Auditorio de Ferrol y en su concha y en su sistema de contraacústica.

"Es un edificio que tiene un sonido muy bonito y la idea original parte de su concha, aunque no se puede hacer exactamente igual en el Coliseum", explica Queijo, después de semanas de intenso trabajo para vestir de teatro al multiusos de Alfonso Molina. Instalarse en el Coliseum no les asustaba, porque no era la primera vez que la orquesta se subía a su escenario, pero en este caso tenían la responsabilidad de "hacer las cosas bien" para convertirlo en un montaje estable, en el que se pueda desarrollar toda la temporada.

"Teníamos ya la experiencia de María Pita, este escenario es más grande y en la plaza, la concha acústica va sobre el propio escenario, aquí teníamos que construir una que va sobre una estructura independiente. Montamos un techo de madera, como si estuviésemos en un auditorio", explica Queijo, sobre los cimientos de la coproducción entre la Sinfónica y el IMCE.

Para que la acústica fuese mejor entre los miembros de la orquesta que en el Palacio de la Ópera, lo que hicieron fue darle inclinación a las lamas de madera, para que pudiesen recoger el sonido y también a todos los intérpretes, algo que en su antigua sede no es posible porque una parte del techo es ya el del propio edificio.

"En el escenario del Palacio, la concha tiene 18 metros de ancho y la orquesta ocupa unos catorce o quince de fondo. En María Pita, el escenario suele tener unos 16 o 17 metros de ancho y quince de fondo. En el Coliseum tenemos 24 metros de ancho y 16 de fondo, es bastante más grande. De hecho, varias personas nos dijeron ya que es la primera vez que ven que un escenario no se ve diminuto en el Coliseum", relata Queijo.

Necesitan que sea tan grande para no dejar a nadie fuera y que todos los músicos, como trabajadores que son, puedan seguir desempeñando su oficio con seguridad. Todas las orquestas de España, salvo la coruñesa, han tenido problemas para adaptarse a la distancia social, así que, han tenido que renunciar a hacer conciertos con la formación al completo.

"Todas las orquestas nos movemos más o menos con los mismos estándares, el techo está a una altura de entre ocho y diez metros. En el Palacio de la Ópera, en la parte de atrás, donde hay concha, el techo está a nueve metros, en la de delante está a catorce. En el Coliseum empieza la lama de atrás a unos ocho metros, y a medida que se va acercando al público va subiendo, así que, la última está a unos nueve metros y medio", revela Queijo.

Es uno de los secretos por los que la Sinfónica suena mejor ya en el Coliseum que en su antiguo hogar -y por el trabajo de más de un centenar de personas, que estuvieron involucradas durante semanas en el montaje de la concha, de las luces y del sonido-. Dice el jefe de producción que les queda todavía ajustar algunos detalles para que, cuando el público pueda entrar al recinto, tenga la sensación de que está en un gran teatro.

"Aquí están todos los músicos recogidos en la concha y se escuchan perfectamente, allá, el 70% de la orquesta está fuera. Para los propios músicos suena mucho mejor el Coliseum. Para el público aún estamos haciendo pruebas para que se escuche bien en todas partes, pero, de entrada, suena muy agradable en todo recinto", confiesa Queijo, que lleva semanas dando forma a este escenario, mano a mano con el director de la formación, Dima Slobodinouk.

Porque la mejora en el sonido ya no depende de que la concha esté más arriba o más abajo, o de que haya que colocar un instrumento más lejos o más cerca, sino que se hace "con las secciones de la orquesta", pidiendo "más o menos" intensidad en la interpretación.

"Lo normal es que el director salga al patio de butacas, se ponga en varias partes y escuche cómo suena la orquesta y, sobre lo que dice, vamos cambiando. En el primer ensayo, por ejemplo, los metales sonaban demasiado agresivos, entonces, hay que ajustar para que todas las partes sean equilibradas", relata. Queijo, que aclara que a pesar de que en el techo de la concha se puedan ver micrófonos, no son para amplificar el sonido sino que se usan para grabar el concierto. Independientemente de que los emitan por Youtube o no, la Sinfónica graba todos sus conciertos.

Para amplificar se utilizan otro tipo de micrófonos que, en los instrumentos de cuerda, por ejemplo, se acoplan a su estructura o, incluso, se adhieren a su interior.

Para hoy, Queijo tiene una cita con el ingeniero encargado de los micrófonos, es la tercera vez que hace cambios en busca de un sonido mejor. El jefe de producción espera que, por fin, la cita de hoy sea la definitiva.