Que las televisiones van perdiendo fuelle frente a los móviles y el ordenador es una realidad con la que uno puede encontrarse incluso por la calle. Los que cruzan desde este lunes la de Ramón y Cajal pueden comprobarlo junto a los contenedores, de plástico y orgánico de la acera del Timón, donde han aparecido dos televisores propios de los inicios del 2000. Los aparatos, uno más grande y otro más pequeño, descansan junto a los restos de una típica mesa de sala desarmada. Parece que, tras el confinamiento al que ha obligado la pandemia, algún vecino se ha acabado hartando de sus muebles, y ha decidido deshacerse de ellos para, quizá, renovar al fin su salón.