De la decena de conciertos que había cada día en la ciudad, era raro que se perdiera alguno. Acudía al auditorio como si fuese a misa, alerta para captar cada detalle y atento a la ejecución de las piezas, a la emoción de la sala, y a los mejores o -si la suerte era mala- peores días de sus intérpretes para hacerse con los espectadores. Cuando la última nota se extinguía se marchaba a casa, cogía el teclado, y afrontaba una misión que puede resultar más peliaguda que la de exponerse a la crítica: realizarla. Julio Andrade Malde, columnista de LA OPINIÓN, la realizó durante años hasta este 2020, en el que fallecía a causa del coronavirus.

Su marcha en el mes de abril teñirá el próximo acto de la Temporada Lírica, en la que Amigos de la Ópera ha querido dedicarle Canciones de ida y vuelta. Los compositores del exilio. El concierto, protagonizado el próximo sábado (20.00 horas) por el coruñés Borja Quiza, repasará el vínculo fraguado por la emigración gallega-latinoamericana en el terreno de la lírica, donde el barítono tiene una dilatada carrera como intérprete. En el escenario del Colón, el cantante se deslizará con sus cuerdas desde Galicia hasta Cuba, Argentina y México, los principales destinos de los exiliados durante los siglos XIX y XX. "Es un programa precioso con compositores emigrados como Andrés Gaos, que acabó en Buenos Aires. Da cuenta de la dimensión social que tenía la comunidad gallega en estos lugares", cuenta el coruñés.

Uno de esos compositores a caballo entre las orillas del Atlántico fue Julio Andrade Malde. El crítico residió durante un tiempo en Argentina, y dejó tras de sí varias partituras que su familia ha recuperado. Tres de ellas llegaron recientemente a las manos de Quiza, que interpretará dos de ellas por primera vez en ese teatro al que el autor acudió tantas veces como público. En una texto y música son de su puño y letra, y la otra es un homenaje de Curros Enríquez a Rosalía de Castro, al que Malde quiso poner, "bajo la aparente sencillez de la voz", "una armonía más compleja".

Estrenarlas será para Quiza una experiencia curiosa. Quedará en el aire qué escribiría Malde sobre la actuación, como otras tantas que valoró del artista, que "le conocía desde que me dedico a esto". También será especial, añade Quiza, desde lo más íntimo, porque él mismo es "un gallego tocado por la emigración". "Tengo familia en sitios como Uruguay y Venezuela. Este es un tema que me toca a nivel emocional, además de que quiero recuperar el patrimonio cultural gallego", indica.

El esfuerzo por lograrlo será contundente. El recital estará compuesto por 18 canciones de autores como Chané, Xoán Montes, Consuelo Velázquez o Carlos Gardel, así como Ernesto Lecuona y su famoso Para Vigo me voy. Más allá de la esfera operística por la que se le conoce, Quiza se acercará con ellos a la partitura popular, aunque, asegura, para él "no existe esa frontera" entre culto y pie de calle. Ambas ramas se tocarán la próxima semana en su figura, junto al eco de tantas otras que, por desgracia, ya se han marchado.

Aguantar "el tirón"

Según indican todas las señales, el concierto se realizará con reducción de aforo y sobre él pesa, como sobre todos los actos culturales, el miedo a la cancelación, una situación que Quiza conoce. "Por el coronavirus se me canceló todo lo que tenía hasta diciembre, y recancelar lo reprogramado sería ya desesperante. Pero habrá que aguantar el tirón", suspira. En su resiliencia, pide "más apoyo de los políticos al sector cultural, aunque sea en el discurso". "Es lo que sucede en otros países, como Francia o Alemania. No hay que alimentar el miedo, porque ahora cualquier programador se pensará las cosas dos veces", dice.