El autor confeso del crimen de la calle Honduras declinó ayer contestar a las preguntas de su abogado en la segunda sesión del juicio en el que un jurado popular decidirá si es condenado por homicidio o por asesinato. "Yo ya dije que me consideraba culpable, si podíamos dar por cerrado todo esto", comentó ayer, R.D.R,, para negarse a seguir contestando preguntas, toda vez que, en la primera jornada del juicio había respondido a todas y cada una de las cuestiones que le planteó la Fiscalía, que considera que es autor de asesinato con alevosía, porque su víctima, A.V., "no tuvo oportunidad de defenderse" del ataque del que había sido su amigo durante más de cinco años. Por estos hechos pide que sea condenado a 17 años de prisión. El acusado discutió con A.V. el 12 de abril, por la noche, lo empujó, según su relato, le puso un pie por detrás, lo agarró del cuello y apretó y, después, porque se le "cansaba el brazo" de hacer fuerza se ayudó del cinturón de la víctima para seguir asfixiándolo.

Su abogado, ayer, defendió, tal y como lo había hecho en la sesión inicial, que el ataque se había debido "a un arrebato" y que el autor confeso de los hechos no tenía intención de matar a su compañero de piso, sino que quería darle "un susto" para que dejase de burlarse de él. Por ello pide tres meses de pena. Sus discrepancias empezaron por el dinero del alquiler de la habitación que R.D. R. ocupaba y que, si bien no pagaba, compensaba con la financiación de otros gastos y, también, por las bromas que le hacía sobre un vídeo de contenido sexual que, el agresor decía que su víctima había difundido, sin embargo, ese documento no fue localizado. En la sesión de ayer, declaró otro de los compañeros de piso, que dijo que, el día anterior a los hechos, había visto a los dos hombres discutir a gritos, pero que R.D.R. le había dicho que no se metiese en sus asuntos.

En esta segunda jornada del juicio, el magistrado y los miembros del jurado escucharon también a los agentes de la Policía Nacional que acudieron a Labañou tras recibir la llamada del autor confeso de los hechos. Aseguraron que lo habían encontrado "tranquilo y colaborador", que les había contado que había discutido con su compañero de piso y que creía que estaba muerto.