Tres aulas de Infantil, las tres sin ventanales desde hace años y ninguna respuesta. Cuenta Sue Moreno, que es madre de una alumna de cinco años del colegio Concepción Arenal que, en el grupo de whatsapp de los padres de la clase, están hablando ya de no llevar a sus pequeños mañana, en señal de protesta aunque para algunos, la conciliación se hace más que complicada y, aunque sepan que las aulas no cumplen con los protocolos de la Xunta, no tienen otra opción.

"A estas clases ya les llamábamos el invernadero antes", relata Sue Moreno, que recuerda que estas aulas ya habían generado quejas años anteriores por su falta de ventilación sin que nunca se les diese una solución.

"Son tres aulas de Infantil -alumnado de tres, cuatro y cinco años- que se lleva años denunciando que no tienen ventilación ni espacio. Le llamamos el invernadero porque en días de calor se llegan a alcanzar los grados. Nunca han hecho nada, pero esperábamos que, con la pandemia y habiendo cerrado en marzo, hiciesen algo", relata Moreno. Esta situación afecta a 75 menores, ya que hay 25 estudiantes por aula. La frustración entre los padres aumenta cuando no encuentran respuestas en la dirección del colegio y solo reciben información a través de la asociación de madres y padres.

"Nos dicen que el colegio se lo dijo a la Consellería de Educación, que enviaron a un inspector la semana pasada y están viendo qué solución dan, pero el colegio abre ya", explica Moreno, que, al igual que los demás padres con los que tiene contacto, no se siente segura al mandar a su pequeña a una clase "muy pequeña, sin ventilación" y en la que tendrá que estar con 24 compañeros más.

La Consellería de Educación, a preguntas de este diario, ha dicho que la próxima semana irá una unidad técnica para "analizar la situación y dar respuesta a las necesidades con las actuaciones que sean pertinentes".

Los padres proponen que las aulas se amplíen hacia una galería que tienen para ganar espacio y también ventilación y que se coloquen tabiques que dividan estos nuevos espacios. "Lo que nos dijeron que igual hacían es poner aparatos para mover el aire, pero eso no nos sirve. Es una chapuza", asume Moreno. Defiende que la solución es "muy sencilla" y que no es cara, ya que se resume en "quitar las puertas" que unen las aulas de la galería y en poner nuevas separaciones para que tengan más espacio.

"Durante años no nos han hecho ni caso, pero es que ahora ya no lo podemos permitir y tampoco que no nos den ninguna razón de por qué no están haciendo esta obra ya", comenta Moreno. Defiende, además, que, aunque tarde, ahora es un buen momento para acometer estas obras, toda vez que el Concello ha habilitado espacios municipales para poder impartir clase. "Podríamos utilizar los centros cívicos mientras hacen la reforma", explica Moreno, que sabe que no es la situación ideal, porque los padres entienden que ya las obras tendrían que estar hechas pero, por lo menos, cuentan con esa alternativa para no estar "en el invernadero".

"Es muy difícil que niños tan pequeños mantengan la distancia de seguridad y más aún en un aula en la que, cuando hubo gastroenteritis, de 25 niños han llegado a caer veinte, incluso los profesores. Y ahora estamos hablando de una burbuja de 75 niños", denuncia esta madre, que asegura que habla no solo en su nombre sino en el de todos los padres, ya que su sentir es unánime. "Pedimos lo mínimo de lo mínimo, que tengan una ventana, porque ahora tienen unos ventanucos que ni siquiera se abren, que tienen una pequeña oscilación. En condiciones normales, los niños ya salían de clases sudando como pollos", confiesa esta madre. A través de whatsapp los padres están hablando de no mandar a los niños el primer día de clase, "como protesta", aunque todavía no lo han decidido, ya que carecen de contacto de las familias de los recién llegados al colegio, de los niños de tres años.