Cuando Pablo Uriel dice su nombre, muchos viajan en el tiempo. Recuerdan a su padre o a su madre, a aquel hermano o a ellos mismos hace años, cuando eran examinados bajo los atentos ojos que guardaba tras sus gafas el Doctor Uriel. De él, su hijo heredó nombre y apellido, y también una torre de papeles mecanografiados que encontró en un cajón una tarde de los 80. Aquella pila de folios, olvidados tiempo atrás, suponía un germen triple: un futuro libro, un futuro cómic y, quizás lo mejor de todo, un retrato del pasado.

En aquellas memorias estaba el recuerdo de una de esas historias que, de trágicas, son difíciles de creer. Es la historia de un médico joven, hambriento de una ambición que no tardó en apagar el devenir de la guerra. El Doctor Uriel tenía la idea equivocada para el tiempo que vivía, y terminó en la Prisión Militar de Zaragoza durante la Guerra Civil. Logró sortear la muerte a manos de los falangistas, y luego frente a los republicanos, pero no pudo librarse de las vivencias de un conflicto que le situó en primera línea de la miseria.

Como sucede tantas veces en estos casos, su dolor se convirtió en libro. Sento Llobel, dibujante y suegro del que terminó siendo el primer presidente del Ateneo Republicano de A Coruña, fue capaz de convertirlo además en cómic, un compendio de viñetas que describen el enfrentamiento y los posteriores años del franquismo. Los bosquejos son hermanos de otros como Los surcos del azar de Paco Roca, La guerra civil española de José Pablo García o El arte de volar y El ala rota de Antonio Altarriba. Todos están presentes en Imágenes de la Memoria, el cómic como recurso didáctico, la nueva exposición que exhibe la Casa Museo Casares Quiroga hasta el 11 de octubre.

La muestra parte de la iniciativa del Archivo Histórico Provincial de Alicante con la colaboración del Centro de Formación, Innovación y Recursos para el Profesorado (Cefire), y recala en la urbe de la mano del Concello y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Su portavoz, Carmen Rodeja, destaca su intención educativa y las posibilidades que ofrece para "trabajar la Historia a través del cómic, de una forma mucho más visual". La exposición está abierta a la visita de institutos, estudiantes y profesores, que no suelen tocar esa parte del temario en el aula. "Está siempre al final del libro, y es difícil encontrar recursos. Estas viñetas transmiten tanto los grandes acontecimientos como la vida cotidiana de la España del siglo XX, algo muy necesario porque los jóvenes de hoy todavía tienen un gran desconocimiento", explica el comisario y miembro del Cefire, Felipe Sigüenza.

A Coruña es la quincuagésimo tercera ciudad que recibe esta exhibición itinerante, de la que el organizador resalta su fuerte contenido testimonial. "Altarriba ofrece una visión muy biográfica del momento, una sobre su padre y otra sobre su madre. Roca trata algo muy desconocido -la compañía La Nueve- y la de Uriel tiene una potencia narrativa fantástica", apunta. La cara más histórica la aporta García con una adaptación de Paul Preston, y la más ficticia, una selección de cómics de la época. Junto a los paneles sobre el origen de la guerra, la represión, el exilio y el franquismo, desfilan personajes como Bufallo Bill, Capitán Trueno y Sherlock Holmes, que ilustran "la evolución del cómic en España" frente a la evolución del conflicto.

Para Rodeja, supone además una nueva forma de contar la memoria histórica, y una invitación a "sentarse a pensar qué hay que hacer para construir un país nuevo que no tire más tierra sobre el pasado". "No es una cosa para tirarnos los trastos a la cabeza, sino para entender lo que va a pasar. Los que sufrieron tienen derecho a que se les reconozca que no tenían que haber sufrido", indica. Coincide con ella Pablo Uriel, el hijo del doctor con el que comenzaba esta historia. "Me parece una obligación que los que fueran represaliados por el fascismo de este país tengan algún tipo de reparación", afirma, y añade: "Ya llegamos tarde".