La declaración de A Coruña como ciudad 30, la reducción de la velocidad a 30 kilómetros por hora en todas las vías urbanas salvo en las que tienen más de un carril por sentido, se ha repetido estos días en el discurso del Gobierno local, que defiende que permite a la ciudad ser un lugar más seguro y de mejor salud pública y calidad ambiental. Quienes se pasan el día al volante de un vehículo en las calles de A Coruña coinciden en advertir que es "difícil" constatar que se circula a menor velocidad, aunque sí notan un tráfico "más calmado".

"Ir a 50 o a 30 por hora en una ciudad es muy relativo. Si eres peatón, te parecerá que ir a 50 es demasiado rápido; si eres conductor creerás que vas despacio", apunta Manuel Sánchez Quindimil, presidente de la Federación de Autónomos del Taxi de Galicia, quien no obstante piensa que, aunque "locos los hay siempre", la circulación rodada en A Coruña "es más tranquila".

Desde un autobús urbano, que con más frecuencia que los turismos circula a 30 kilómetros por hora en la ciudad, se aprecia una tendencia general a conducir con más precaución y a levantar el pie del acelerador, pero al mismo tiempo se advierte que los conductores superan los límites permitidos en las vías de más de un carril por sentido, donde se pasa de los 50 por hora.

"Los turismos van a la velocidad que quieren porque, salvo controles específicos, no hay forma de vigilar si se conduce a 30, a 50 o a 70. Ojalá que la velocidad media de todos los vehículos en una ciudad como A Coruña fuera los 30 por hora, pero yo creo que no se cumple porque no todas las calles se pueden meter en el mismo saco", opina Alberto Couselo, presidente del comité de empresa de la Compañía de Tranvías.

Los taxistas, según Quindimil, creen que la reducción a 30 kilómetros por hora es una "buena medida" que necesita estar "bien regulada", ya que considera que "aún hay muchos conductores y muchos peatones" que tienen que "aprender a comportarse y a no hacer lo que les da la gana".

Sobre un carril de límite a 30 kilómetros por hora se mueven desde hace pocos meses los conductores del bus urbano en la calle Juan Flórez, el carril derecho de los tres que hay, compartido con ciclistas y usuarios de patinete eléctrico. "La convivencia es peligrosa en esa zona porque el carril derecho es muy estrecho, los buses siempre invaden un poco el del centro y en los desplazamientos laterales es difícil la visión de bicis o patinetes, que, bajo mi punto de vista tendría que habérseles reservado el carril izquierdo", cree Couselo.