El ruido de la batidora, el televisor o una llamada de teléfono. Todo puede ser música si se conectan los cables adecuados, o incluso llegar a conformar, si se acompaña de una orquesta, la banda sonora de Blade Runner o Interstellar. La estadounidense Walter Carlos, por ejemplo, envolvió en sonido La Naranja Mecánica a base de corrientes en 1971, con sintetizadores modulares que, a pesar de su vanguardismo, acabaron convirtiéndose en un clásico. A estos aparatos dedica un año más su edición Modulartec, el festival de música electrónica, que explorará el lado más experimental del género entre el 2 y el 3 de octubre.

Tras su aplazamiento en abril por el coronavirus, el programa se desdoblará entre el Aquarium y la Fundación Luis Seoane para ofrecer una selección de los principales creadores de electrónica en el país. A diferencia de otros años este 2020 no acudirán intérpretes internacionales, pero sí músicos de puntos como Almería, Palma, Vigo, Lugo o Barcelona. La electroacústica, el ambient e incluso las partituras más clásicas tendrán su espacio en el ciclo, centrado en alejarse del "sonido Ibiza" y servir de lugar de encuentro "para que la gente que usa estos equipos pueda compartir sus métodos con los demás". Ricardo Ramos, director del festival, lo ha diseñado también con la idea de "que el público acuda al total de los conciertos", y pueda ver en apenas dos días todas las opciones que permiten los sintetizadores modulares.

Este tipo de sistemas son instrumentos musicales electrónicos, con módulos que se pueden combinar de distintas formas tanto para generar sonidos extravagantes como para interpretar una pieza de Rajmáninov. Eso es lo que hacen Álvaro Pardo y Miguel Rulos - aka Dr.Think y Mike Rolling- en Telámaco, su proyecto de experimentación musical. El dúo inaugurará el viernes a las 20.00 horas el programa en la sala Maremagnum, donde compartirá las pistas de su último trabajo, Fuego, la continuación de Agua. Según indica Ramos, el grupo lleva "20 años tocando música conceptual y paisajística", e igual combina "la música impetuosa de Beethoven con las bandas sonoras anodinas de los aeropuertos".

Celebrando el siglo de existencia del theremin, seguirá a Telémaco un ducho en el instrumento, Biyi Amez, uno de los pocos expertos en esta peculiar máquina por ondas. "Es el que mejor lo toca en España. El theremin se usa en muchas películas de ciencia-ficción para sonidos fantasmagóricos y hoy se sigue vendiendo", cuenta Ramos. Su relevancia, sin embargo, quedará ensombrecida por el "plato fuerte" del ciclo, que tendrá lugar el sábado en la Seoane. En su patio actuará Juan Manuel Cidrón, "el más esperado" del cartel por su veteranía, que fusiona los sintetizadores con los instrumentos más analógicos.

Junto al almeriense, tocarán desde las 18.00 horas el Premio Nacional de Cultura en Venezuela Carlos Suárez y la colombiana Lina Bautista, conocida como Linalab y popular pos sus mezclas de guitarra y electrónica. Death Whistle, un habitual del género en la ciudad, cerrará la jornada con sus pistas de inspiración cinematográfica. Detrás del artista se oculta el viveirense Víctor García, colaborador asiduo del dibujante Alberto Vázquez. Ha firmado la banda sonora de filmes como Sangre de unicornio, Psiconautas y Decorado, todas ganadoras de un Goya.

García ha participado en el Fanzine Fest y en otras ediciones de Modulartec, que en esta ocasión contará con un aforo reducido de 50 personas por espectáculo. "Será poca gente, pero queríamos contribuir y demostrar que se pueden hacer eventos, porque la cultura es uno de los sectores más perjudicados", dice Ramos en referencia a la crisis sanitaria. Como prevención ante el virus, las entradas -que son gratuitas- tendrán que reservarse de forma previa, y recogerse media hora antes de que comience el concierto, que se disfrutará "sentado y con mascarilla". En la entrada se anotarán los datos de los asistentes para posibles rastreos, y "el que no venga a por su tique lo perderá en favor de otra persona".

Las instrucciones pueden parecer laberínticas, pero el organizador confía en sacarle un punto positivo al contexto generado por el Covid. "Es un buen momento para eventos experimentales o música más para escuchar como el ambient y no de fiesta. Esa es la lectura que he sacado", afirma el director, que comenzó Modulartec hace tres años para desmarcarse de lo que considera una corriente de "festivales de sintetizadores que parecían convenciones". Antes, a principios del 2000, dio forma a su germen, Artec, "un evento de música vanguardista y arte visual" ideado junto a Juan de la Colina. Su versión 2.0. persigue que "llegue y se sienta" la electrónica, a cuya raíz pretende regresar.

"Se trata de una música que siempre ha estado más ligada a buscar nuevos sonidos, a diferencia del pop y del rock, que buscan más la melodía. El espíritu no es tan comercial, y nuestro festival va por esa parte", explica Ramos. La adrenalina de la aventura se esconde para él entre los cables, alejada del " mainstream". Este, dice, es un pozo cada vez más colmado, lleno de "fórmulas para vender" en el que se ha perdido "el espíritu de innovador" de la electrónica.