El Concello cerrará al tráfico San Andrés el primer sábado de cada mes y prepara una reforma de la calle para darle más espacio al peatón e intentar revivir la antigua arteria comercial. Pero a sus lados, al igual que muchos de sus negocios y con hermosas excepciones de rehabilitación, languidecen edificios históricos, en marañas de quiebras inmobiliarias, herencias conflictivas, propietarios desconocidos y también entre juzgados. Cada red de seguridad, cada solar aparentemente abandonado, tiene su relato. Uno de ellos, el del número 13 de San Andrés, una de las caries de la vía, solo sellada con un muro lleno de vieja cartelería multicapa. Su historia ha llegado al Tribunal Supremo, que sentará jurisprudencia al decidir sobre la caducidad declarada por el Concello en 2016.

El edificio, aunque figure como protegido con categoría VI (ambiental) en el plan especial de Ciudad Vieja y Pescadería, no existe a día de hoy. La licencia para rehabilitar y ampliar el edificio fue concedida en 2009 y se modificó y ratificó en 2010. Como trabajos previos, para poder desescombrar, se desmontó la fachada, con elementos blindados como su galería, las ventanas balconeras y sus recercados. Una vez retirada la fachada -ahora mismo solo quedan vigas entre los dos edificios contiguos- no se movió un solo ladrillo, según sostuvo el departamento de Urbanismo para iniciar el expediente de caducidad de la licencia en 2015. Con el nuevo plan especial de Ciudad Vieja y Pescadería en vigor desde ese mismo año, el proyecto tendría que adaptarse a dicho documento, mucho más restrictivo que el de 1998 respecto a las obras que se pueden hacer y los volúmenes de las ampliaciones en la zona.

El Concello sostiene que no hubo actividad en cinco años y por eso rechazó el recurso de los dueños en 2016. Los propietarios replican que pidieron al Concello que les confirmase el acta de replanteo para poder iniciar las obras, cuestión que sí hizo la Administración local pero nunca les notificó, como reconoce el Tribunal Superior que, sin embargo, no considera justificado que nunca se iniciasen los trabajos en el lugar a pesar de que le dieron un plazo para empezar (seis meses) y para terminar (18 meses). En un auto este mismo mes, el Tribunal Supremo ha admitido el recurso de casación de los propietarios. Es el primer paso para dirimir en el pleito con el Concello y sentar jurisprudencia acerca de si el tiempo para considerar caducada una licencia comienza en el momento en el que se confirma y notifica el acta de replanteo o si esta se puede considerar confirmada por silencio administrativo y el plazo comienza a contar en el momento en el que la junta de gobierno rubrica la autorización para construir.

El agujero más célebre

Este no es, sin embargo, el solar vacío y abandonado más llamativo de la calle. Más célebre es el de la esquina con Mantelería, por su tamaño, su antigüedad y su periplo inmobiliario. Desde 2018, un cartel colocado anuncia que el terreno se encuentra a la venta. La inmobiliaria Servihábitat, perteneciente a la entidad financiera CaixaBank, es la encargada de comercializar la propiedad que, pese a encontrarse en un lugar privilegiado del centro de la ciudad, permanece en estado de abandono desde hace al menos cuatro décadas. Según la web de la inmobiliaria, está en oferta: cuesta 140.000 euros frente a los 165.000 iniciales.

La última iniciativa que intentó llevarse a cabo en el solar fue promovida por Verona Norte, que pretendía construir 32 viviendas. La empresa anunció su intención de iniciar los trabajos en abril de 2004, pero nunca llegó a presentar la documentación que le había solicitado el Concello para conceder la licencia. En 2013 se optó por denegarle el permiso. Verona Norte fue liquidada en 2014.