Un andamio de grandes dimensiones ocupa buena parte de la acera en el número 1 de Primo de Rivera. Aunque estorba, sí se ha dejado un pequeño paso para que transiten los peatones. A más de uno no le convence y ya sea por superstición o por pereza, prefieren pasar por delante del andamio. Pero no llegan a pisar la calzada, sino que ocupan el carril bici. La situación provoca el enfado de los ciclistas, que se encuentran en su camino a estas personas que deberían circular por la acera. Los hay que se disculpan cuando escuchan el timbre de la bicicleta, avisando de su paso, pero otros, en cambio, ni siquiera se apartan.