La decisión adoptada ayer por el comité técnico sobre la pandemia del coronavirus que asesora a la Xunta de levantar las restricciones especiales que aún estaban vigentes en los barrios del Agra do Orzán, Sagrada Familia, Os Mallos, Vioño y O Ventorrillo suponen que la ciudad se libera de estas medidas 54 días después de que fueran implantadas. La ciudad queda ahora bajo las medidas genéricas de control impuestas para toda Galicia.

A la vista de los datos existentes el 6 de agosto, que reflejaban la existencia de 177 personas contagiadas en el área sanitaria de A Coruña-Cee y un continuo incremento del número de positivos tras el brote surgido en un gimnasio de Meicende, la administración autonómica optó al día siguiente por aplicar una serie de iniciativas para frenar la propagación del virus.

Entre ellas figuraban la limitación a la mitad de los aforos de comercios y locales de hostelería, la prohibición de usar las barras en esos últimos, la limitación de las reuniones en la calle a diez personas y la reducción del aforo en funerales, velatorios y lugares de culto. Las implicaciones que suponían estas medidas llevaron al Gobierno local a suspender la celebración de las fiestas de María Pita, que en aquel momento llevaban solo seis días en marcha.

Hosteleros, comerciantes y empresarios del sector del alojamiento asumieron esta decisión como un duro golpe para su actividad económica, ya que si las restricciones decretadas por la Xunta impedían un normal desarrollo de su trabajo, la cancelación de los festejos tuvo consecuencias directas sobre la llegada de visitantes a la ciudad. Durante el pasado mes de agosto, en el que la presencia de turistas es claramente apreciable en las calles del centro de la ciudad todos los años, en el actual se redujo de un modo muy notable

Las críticas a esta decisión aludieron a que la situación epidemiológica era mejor en A Coruña que en otros lugares donde no se había tomado, así como que los propietarios de los establecimientos habían adoptado las medidas preventivas y no eran los responsables del incremento de los contagios.

A pesar de que el Concello decidió celebrar las fiestas solo cuatro días antes de su inicio, las redujo a solo nueve jornadas e impuso unas grandes medidas de seguridad que incluían la reducción del aforo de los espectáculos en un 75%, la necesidad de reservar la localidad mediante una cita previa, el mantenimiento de la distancia de seguridad y el uso de gel hidroalcohólico, el empeoramiento de la situación sanitaria forzó a que se les pusiera punto final el día 7.

Del programa solo continuaron desarrollándose las ferias del libro y de artesanía, en las que las medidas de seguridad eran notables, así como el Salón del Cómic Viñetas desde o Atlántico, mientras que el Festival Noroeste Estrella Galicia ni siquiera llegó a iniciarse.

La mejora de la evolución de la pandemia llevó al Gobierno gallego el 9 de septiembre, cuando se contabilizaron 678 contagios, a retirar las restricciones especiales en A Coruña salvo en cinco barrios. La alta densidad de población que tienen esas zonas de la ciudad y la concentración de positivos en las mismas hizo que los expertos apostaran por mantener en ellas las medidas.

Veintiún días después de esa decisión, cuando la cifra de casos activos se situaba en 975, la Xunta optó ayer por liberar a esos barrios de las restricciones ante el continuo descenso en el número de contagios y el aumento constante de la curación de personas que se habían infectado que se aprecia en la ciudad.

Todo el barrio de Os Mallos entre Cuatro Caminos y la avenida de Salgado Torres, el polígono de Vioño hasta la calle Pasteur, toda la Sagrada Familia, O Ventorrillo hasta la calle Ágora, y todo el Agra do Orzán hasta la rotonda del pavo real estaban comprendidos en esta área en la que se mantenían las limitaciones.