El Sex Point del Comité Antisida Casco ha habilitado un nuevo espacio en el número 15 de la calle Santander para atender a las personas que se dedican a la prostitución. Se trata de un nuevo programa que nace a raíz de la pandemia, que también ha afectado a este sector. "Ya teníamos el servicio en el punto de calor de siempre, con asesoramiento, pruebas rápidas y entrega de preservativos, pero hemos aprovechado que el Sex Point dispone de un local propio para que los usuarios se sientan más cómodos", explica Rubén Alexandre, del Sex Point, que indica que por ahí pasa "cualquier persona LGTBQI o heterosexual".

Con el Covid-19, la situación en el punto de calor era ya insostenible. "Cada vez había más gente. Los usuarios habituales, en situación de exclusión social, se quedaban mirando a estas personas, que solo querían darse una ducha después de sus servicios. De todos modos, les dábamos una entrada preferente para evitar esos momentos incómodos", señala.

A partir de septiembre, en la calle Santander, cuentan con un espacio en el que hay "duchas, cocina, café y asesoramiento", es decir, "un sitio seguro en el que estar". "No es como el punto de calor a donde va cualquier tipo de usuario en exclusión social. Aquí no hay masificaciones y es más relajado. Además, es un nuevo local que no conoce mucha gente. Podemos hacer un asesoramiento más tranquilo", detalla Rubén Alexandre, quien informa de que han sumado "a una nueva sexóloga" y los profesionales que ahí se encuentran "hacen las pruebas de VIH".

La situación actual de estos trabajadores sexuales no es fácil. "Muchos hacen sus trabajos en la calle o en casas de citas, así que no han podido ejercer durante el confinamiento. Además, hoteles y hostales tuvieron que cerrar. Los ingresos bajaron mucho y algunos tuvieron que tirar de ahorros. Pero no todos tienen, así que el Sex Point es su único recurso", reflexiona.

Durante los meses que duró el estado de alarma, Casco se llenó de usuarios. "Fue una locura. Servicios Sociales habilitó un albergue en Riazor, pero era preferentemente masculino. Las mujeres eran derivadas a hoteles. En caso de prostitución y transexuales, no sabían a donde derivar. Esos pequeños detalles son lo que nosotros queremos gestionar dada la diversidad de la sociedad", analiza Rubén Alexandre.

El caos provocado por el coronavirus no ha llegado. El Sex Point se prepara ya para esa segunda ola. "Si vuelve a ocurrir lo de hace unos meses, estas personas ya tienen un lugar seguro al que ir a tomar un café o darse una ducha", apunta. Este espacio está abierto de diez a seis de la tarde de lunes a viernes, excepto festivos, aunque hay un número disponible las 24 horas del día para cualquier petición. "Siempre hay alguien que está atento al teléfono", asegura.

Rubén Alexandre también cree que este punto de atención "ayudará a los rastreadores" en caso de que se detecte algún positivo en Covid-19. "No es fácil realizar un control porque quién va a decir que ha ido al servicio de trabajadores sexuales. Nadie. Ahí vemos un problema, pero nosotros tomamos la temperatura a los usuarios y si vemos cualquier síntoma, lo derivaremos al servicio de urgencias, igual que hacemos con el VIH", explica.

El Sex Point aparece ahora como un salvavidas para aquellas personas que se encuentran "en una situación complicada". "Se han juntado muchos factores. Por una parte, el tiempo de confinamiento, en el que han tenido que dejar de ejercer. A eso se une la nosofobia al Covid-19. Todos tenemos miedo a contagiarnos", reconoce.