No hay botellón en los jardines de Méndez Núñez y los bares cierran a la una de la madrugada pero ni así el reloj del calendario floral resiste. De nuevo, como es triste tradición cada cierto tiempo, las grandes manijas rojas de la maquinaria, amanecieron completamente dobladas. No hay testigos del acto vandálico que obligará a reparar el reloj, para el que en algún momento se habló de cambiar de material para hacerlo menos vulnerable. Necesita un arreglo al igual que, por otros motivos, lo necesita el del Obelisco, que sigue sin estar en hora a pesar de que en en 2016 había sido sometido a una reparación profunda.