Siete meses ha sido el tiempo que ha podido resistir la propietaria de la sala de conciertos Bâbâ Bar, Cristina Toba, sin desarrollar su actividad habitual a causa de la pandemia del coronavirus. A través de las redes sociales ha anunciado hoy que decidía poner fin a la aventura de gestionar un negocio de este tipo, que contaba ya con once años de trayectoria en la calle Pérez Cepeda, por lo que se convierte en el primer local de este tipo que arroja la toalla al no recibir ayudas de ninguna clase a lo largo de los meses en los que se ha desarrollado la crisis.

“No puedo soportarlo más, llevo siete meses sin ningún ingreso”, manifiesta la responsable de la sala, Cristina Toba, quien indica que solicitó la ayuda que concede el Concello a empresarios para el alquiler de sus locales pero que todavía no la recibió. “Tienen que ser rápidas y eficaces, porque si no, no son ayudas”, afirma sobre las subvenciones que también se anuncian para el sector hostelero por parte de la Xunta.

Esta demora revela, según afirma, que a los políticos “en este país les importa muy poco la cultura, aunque quieren hacer creer que sí”. Toba recuerda que durante tiempo las salas de conciertos han luchado porque se las reconociera como espacios culturales, pero se queja de que ni siquiera han conseguido esa distinción.

“Entiendo perfectamente que hay que tomar precauciones y medidas sanitarias, pero hemos sido los grandes demonizados de esta pandemia”, quien se lamenta de ver “terrazas abarrotadas” y que en cambio no se permita ofrecer conciertos en locales pese a que se mantenga la distancia de seguridad entre el público.

“No hemos podido abrir desde que se acabó el estado de alarma y entramos en una nueva normalidad”, explica Toba, pese a que algunas otras salas coruñesas sí lo han hecho. “Cuando dijeron que se podía abrir no tenía nada organizado y no se puede improvisar, ya que trabajamos con muchos meses de adelanto”, señala sobre la dificultad que supondría reiniciar la actividad.

Según comenta, “las pocas salas que han abierto lo han hecho con una reducción muy grande del aforo y con unas medidas de seguridad muy estrictas”. En su opinión, los empresarios del sector que apostaron por la apertura lo hicieron “para mantener el tipo, pero ninguna sala ha ganado nada, ya que han seguido perdiendo dinero”.

Toba desconoce si otros locales cerrarán, pero advierte que este “no es como cualquier negocio”, ya que existe una relación intensa con el público y los artistas. Sobre la reacción de ambos a la noticia del cierre comenta que están “abatidos” y que se ha sentido conmovida por quienes le han dicho que su sala ha aportado valor cultural a la ciudad.

Acerca de su futuro profesional y de la posibilidad de volver a contar con una sala de conciertos cuando la pandemia haya remitido, Cristina Toba se muestra categórica: “Un negocio de este tipo lo abriría mañana mismo, pero no en este país”.

Para justificar su postura, recuerda que cuando se inició el estado de alarma solicitó un ERTE para sus trabajadores con la esperanza de que la crisis se resolvería al cabo de poco tiempo y que ahora, al no poder soportar más la inactividad y tener que cerrar, se ve obligada a devolver el dinero que abonó el Estado por esas nóminas. “¿Cuánto tiempo quieren que esté cerrada sin ayudas?, se pregunta, al tiempo que asegura que “nunca más” volverá a ser autónoma porque “es lo mismo que tirarse por un precipicio”.

A pesar del mal trago que representa el cierre, la propietaria del Bâbâ Bar se declara “contenta” por los buenos momentos pasados en la sala y las personas a las que ha conocido en estos años. “A partir de ahora asistiré a los conciertos a los que no podía ir porque siempre estaba en los míos”, vaticina.

Al decidir el cierre definitivo del local, Cristina Toba ha optado por sacar a la venta de forma directa todos los enseres y muebles que utilizaba en la sala, por lo que durante los próximos días mantendrá abierto lo que denomina el Bâbâ Bar Rastrillo, en el que quien lo desee podrá adquirir desde los taburetes hasta cualquier pieza de la vajilla. El local estará abierto de 12.00 a 14.30 y de 19.30 a 21.30 horas para los que quieran comprar un recuerdo, aunque también podrán solicitar cita a través de Twitter.