"Nunca me gustó el nombre de Club Financiero. Fuimos un lugar de encuentro de empresarios para que se les pudieran facilitar las cosas", admite Mariano Gómez-Ulla, hasta el mes de marzo pasado presidente de la entidad quebrada y en concurso de acreedores con 300.000 euros de endeudamiento. En su repaso a los cinco años al frente del club, defiende sus horas de dedicación a su mantenimiento y lamenta que la ciudad pierda una entidad de impulso a la actividad empresarial. Augura que los acreedores percibirán todo lo que se les debe.

¿No había otra solución que la de entrar en proceso concursal ante la alta deuda?

Nunca hemos tenido una situación económica tan terrible. Pero cuando nos hicimos cargo del club hace casi seis años nos encontramos con una situación muy deteriorada que no llegamos a equilibrar. En este tiempo le dedicamos muchísimas horas y sin cobrar. Pensamos que había que darle una vuelta a la gestión, visibilizar el club y rejuvenecerlo de alguna forma con la entrada de socios con sangre nueva y otra actitud para afrontar las cosas. Pero no fuimos capaces de convencer a los empresarios de A Coruña de que el club era su sitio. Además, tampoco tuvimos la posibilidad de comprar las acciones del empresario que adquirió la mayoría de la sociedad, y que la controló. Hubo una subida muy alta del alquiler que no pudimos afrontar. El club tenía que cerrar, no tenía posibilidades de supervivencia, y entendimos que lo más limpio era el concurso de acreedores. Intentamos irnos a otro sitio pero fue complicado.

¿Se va a saldar esa deuda?

Afortunadamente, en el proceso se nos quita la responsabilidad según los informes del Ministerio Fiscal y del administrador concursal. Queda pendiente el patrimonio que teníamos, como los muebles del interior, que está en trámite de subasta. Con lo que se obtenga y con las cuentas de la sociedad, que hay dinero, se liquidarán las deudas pendientes, y si en esta fase no cobra todo el mundo al 100 por ciento, no le faltará mucho. Aunque ya no somos directiva, estamos dispuesto a colaborar en todo.

La Justicia les excluye de responsabilidades en la quiebra, pero los que fueron empleados del club acusaron a la directiva de llevarla a esta situación y de no haber encontrado soluciones.

Tanto por mi parte como por la de la junta, trabajamos todo lo que pudimos y sin parar para intentar que la situación del club tuviera solución. Dediqué cinco años y medio a luchar por su supervivencia y a tratar de ser una entidad importante para la ciudad en el campo empresarial. No puedo decir que estoy de acuerdo con las críticas que nos hicieron. Comprendo su malestar porque muchos llevaban mucho tiempo. Antes de llegar nosotros todo el mundo conocía la situación lamentable en la que el club estaba, y con ese cartel nos hicimos cargo.

¿Pierde mucho la ciudad con la desaparición de la entidad?

A Coruña no es merecedora de perder una institución como el Club Financiero Atlántico porque cuando nació no había un lugar de encuentro de empresarios independiente y libre de interferencias, apolítico y aconfesional. Facilitamos el acercamiento de personas, empresarios y políticos al sector empresarial, independientemente de sus opiniones, todas respetables.

Exsocios promueven ahora un nuevo círculo empresarial. ¿Le augura un futuro similar al del Club Financiero cuando nació?

Yo no estoy metido en ello, son antiguos miembros y siento mucho que estén pensando en otra entidad distinta, aunque les deseo lo mejor. Pero si su proyecto ayuda a la ciudad, siempre voy a estar a su lado. Sí puedo decir que otro grupo de personas estamos pensando en el desarrollo de otro tipo de club, una entidad de empresarios no del siglo XXI sino del XXII, totalmente distinto.