La ocupación ilegal de viviendas esconde ángulos que ofrecen perspectivas distintas a aquellas en las que sus protagonistas tienen un papel polémico, vinculado al vandalismo, la delincuencia o la inseguridad. El barrio de A Falperra vive atemorizado desde hace meses por la presencia de ocupas en dos edificios de la calle Doctor Fleming que, según aseguran los vecinos, roban y asaltan con fuerza a viandantes y en establecimientos. Son un grupo numeroso de personas, entre 20 y 30 procedentes del norte de África, y la Policía Nacional tiene muy vigilada la zona, en la que ha hecho varias identificaciones. Una parte de esos ocupantes acude a diario a entidades sociales y benéficas de la ciudad, no solo para recibir alimento o ropa y ducharse, también para informarse sobre cuestiones jurídicas y asistenciales que los puedan ayudar a salir de la situación en que se encuentran.

"Son gente vulnerable y en situación irregular. Unos hacen por integrarse, tienen voluntad de estudiar o trabajar, y hay otros violentos, algunos afectados por adicciones", explica Sonia Valbuena, directora del Comité Antisida de A Coruña (Casco). A su local de la calle Padre Sarmiento acuden a diario unos 60 usuarios, de los que aproximadamente la mitad ocupan ilegalmente algún inmueble en la ciudad. De estos, son mayoría los que proceden de otros países y entre ellos hoy son más numerosos los marroquíes y argelinos. "Se ha producido un incremento reciente de usuarios que ocupan casas", asegura Valbuena, que no puede concretar si algunas de las personas que estos días pasan por Casco sean ocupas de A Falperra.

Su asociación ofrece todos los días menús de desayuno y comida, ducha y ropa para quien la necesite. Hay usuarios que pueden ser atendidos por un psicólogo o un trabajador social que les explica qué salidas jurídicas y sociales tiene en su situación irregular. En algún caso, según sus condiciones personales y siempre que demuestre su intención y voluntad de socializar y no excluirse, puede llegar a ocupar una vivienda de acogida.

Entre los ocupas de A Falperra puede haber algún hombre o mujer joven en esta situación. Pero otra parte de estas personas, según fuentes consultadas por este periódico, lleva varios meses en la ciudad y antes de instalarse en los dos edificios de Doctor Fleming ha intentado entrar en casas deshabitadas de la avenida de Arteixo y en Peruleiro. "Se mueven en grupo y si delinquen, también lo hacen en grupo", apuntan las mismas fuentes.

A la Cocina Económica han acudido también extranjeros en situación ilegal instalados en casas ajenas sin autorización, no solo de países del norte de África. "Es un perfil habitual en los últimos años. Es gente en una situación de exclusión severa, muy necesitada de recursos de primer nivel. Suele haber dos tipos de perfil: el menor no acompañado que muchas veces pasa a centros de protección de menores, pero a los que se les levanta la tutela al cumplir los 18 años; y los mayores de edad que entran en España sin permiso de residencia y que acuden con normalidad a entidades sociales", detalla Pablo Sánchez, trabajador social de la Cocina Económica.

Los ocupas que hoy causan problemas y crean inseguridad a los vecinos de A Falperra encajan en una combinación de perfiles que se da en personas procedentes de otros países, aclara Sánchez: "Algunos no vienen con ánimo de integrarse, no quieren trabajar y no tienen nada que perder. Se juntan para cometer delitos y en muchos casos consumen drogas y alcohol".

El 091 tienen muy controlada la zona, como se pudo comprobar ayer por la mañana, con dos furgones, una decena de agentes y la identificación de al menos una persona. Un juzgado ha autorizado el desalojo de uno de los edificios. El otro aún está pendiente de sentencia. Y después, ¿qué pasará con los ocupas? "Es complejo abordar su situación, hay que hacerlo caso por caso", cree Sánchez. "Los menores pueden ser llevados a centros de menores, pero con los mayores de edad que delinquen se puede tramitar una orden de expulsión que lleva bastante tiempo".