El jurado popular que enjuicia el acusado de degollar a su mujer en A Coruña en julio de 2018, R.S.G., se ha retirado a deliberar tras varios días de juicio en la sección primera de la Audiencia Provincial y la lectura en esta jornada de los informes finales de las partes.

La Fiscalía mantuvo la petición de 25 años de prisión por un delito de asesinato con agravante de parentesco y de género. Además de estos, la acusación popular y la particular añaden que la mujer era una persona "especialmente vulnerable" por su enfermedad y que hubo ensañamiento, por eso solicitan la petición de prisión permanente revisable.

La defensa ha ratificado el delito de cooperación al suicidio con la atenuante de arrepentimiento espontáneo y pide seis años de cárcel. El acusado hizo uso del derecho a la última palabra y quiso "puntualizar" que su mujer "no era una inútil". Negó que el retrato que hicieron de él las acusaciones y la Fiscalía fueran ciertas y dijo "confiar en la ley" y en los miembros del jurado. "Gracias por escuchar", añadió.

La fiscal afirmó, en su intervención, que la víctima murió de forma "violenta" y "contra su voluntad". Considera que el hombre plantea una "especie de coartada" por el intento de suicidio de la mujer días antes de los hechos, pero asegura que el hombre "planificó" el asesinato.

El procesado, recordó, "era su garante y cuidador e insistió en que la vigilaría y la cuidaría de manera estrecha y permanente". La psiquiatra, rememoró, testificó que la mujer podría "salir" de la grave depresión que padecía.

"Perfecto estado mental"

El Ministerio Público calificó de "extraña" la forma elegida para el supuesto suicidio y se mostró segura de que la víctima "no la eligió". "¿Es una forma normal de suicidio?, ¿Han visto u oído de alguna persona que se haya suicidado con un cuchillo de cocina?", preguntó al jurado.

Según la fiscal, el procesado la ejecutó "de forma consciente, voluntaria, en perfecto estado mental" mientras la mujer estaba "dormida, sedada". "No pudo oponer ninguna fuerza ni decirle: para", destacó.

"Ella no tenía fuerza para afilar el cuchillo", apuntó también para apostillar que "según el forense se necesitó una fuerza importante porque el tajo era profundo y fuerte". La fiscal destacó que el acusado "debilitó de forma consciente" a la mujer provocando el "alejamiento de su familia" y que no hubiera una "fluida comunicación" con ellos.

Cumplir su voluntad

Por su parte, la defensa, que ejerce el abogado José Ramón Sierra, insistió en que el hombre no se arrepiente de los hechos porque ejerció, dijo, "la voluntad" de la mujer y que si no hubiera querido ayudarla podía esperar "la iniciativa de ella", es decir, que volviera a intentar suicidarse. "Es indiscutible que quería morir", ratificó, indicando que él solo "cooperó".

El letrado repitió lo que el acusado afirmó en su testimonio, que las manos de ella "cogían las manos de él" cuando la degolló y justifica así que la empuñadura tuviera el ADN de la mujer. El abogado niega que la mujer "no pudiera defenderse" y argumenta que los médicos la podrían haberla internado "obligatoriamente" tras el intento de suicidio. No existía, dijo, el "desvalimiento" que alegan las acusaciones.

Según la defensa, su cliente reconoció en todo momento los hechos y avisó a la Policía de los mismos, por lo que, remarcó, "es el autor confeso, pero no de un asesinato, sino de un homicidio". El abogado remarcó que la muerte fue "instantánea" y que, aunque fuera "muy dura", sucedió de la manera "más rápida y efectiva".

Falso debate

La acusación particular, que representa a los tres hijos de la víctima, denunció el cambio de versiones del acusado y reprochó que intente hacer pensar que fue un "héroe" por ayudar a su mujer a suicidarse. "No estamos ante casos como el de Ramón Sampedro. No cuela", reprochó el abogado Jorge Vila, afirmando que se trata de un "falso debate".

Según el abogado, el hombre mató a su pareja para librarse de la "pesada carga" que suponía cuidarla 24 horas al día y destacó su "carácter colérico y alcohólico" que, añadió, "le privó del contacto con su familia e hijos". Su plan, dijo, fue "plenamente consciente" haciéndole creer que ambos tenían un "cáncer terminal".

El letrado recordó cómo los policías explicaron que el hombre, el día de los hechos, se mostró en todo momento "tranquilo" y destacó que debía ser, tras el intento de suicidio y la grave enfermedad de ella, "el garante de su vida".

Estado de dominación

"Para el acusado la vida de su mujer no valía nada, no tenía ningún valor", arrancó el letrado de la Xunta su intervención. Según su versión, el hombre "consiguió romper los lazos afectivos de la madre con sus hijos" y la víctima vivía en un "estado de dominación psicológica" con una grave depresión que le provocaba "debilidad mental".

"No quería que su mujer se curara de su padecimiento", explicó el abogado, reprochando que tuvo una "actitud de inacción" con respecto a su enfermedad. El procesado, añadió, "no soportó más la carga que suponía para él" la mujer y la mató, dijo, "sabiendo que no se suicidaría y con total dominio psicológico y físico".

Según detalló el letrado, el acusado avisó a los servicios de emergencia y policiales de lo sucedido "dos horas después de los hechos" y que antes comentó a su familia que tomaría una cerveza "porque lo necesitaba". El procesado, apostilló, se creyó "dueño de su muerte".