A muchos les fue ayer complicado encontrar un establecimiento de peluquería o estética abierto en la ciudad. De ello se aseguraron los y las profesionales del sector en A Coruña, con una jornada coordinada con locales de 25 ciudades del estado, que cerraron sus puertas para demostrar lo que llevan reivindicando años: que son un servicio esencial y que así debería considerárseles desde las administraciones.

Un centenar de profesionales del gremio se concentraron ayer en María Pita con este reclamo, una acción que contó con el apoyo de todos los grupos municipales. Alertan de que cada vez son más los negocios que se ven, diariamente, abocados al cierre, y que solo una reducción de un IVA que consideran abusivo serviría para paliar las consecuencias de un momento en el que cada vez menos clientes se arriesgan a un servicio que demanda un contacto inevitable.

Una unión del sector por la que Hermen Porteiro, propietaria de la peluquería Kobre's y una de las representantes coruñesas del movimiento Creer en Nosotros, lleva meses remandomovimiento Creer en Nosotros,Creer en Nosotros, y que se materializó ayer en María Pita. "La unión de las peluqueras siempre fue muy flojita. Esperemos que esto sirva para que se nos vea por fin. Estamos un poco perdidas, tras el confinamiento salimos a la calle sin saber muy bien qué hacer", lamentaba ayer Porteiro, que denuncia ser testigo, diariamente, del cierre definitivo de muchos de esos negocios, que sostienen el empleo de alrededor de 150.000 personas en el país. "Vemos cada día en distintas ciudades como se traspasan negocios y se vende material de peluquería. El balance de pérdidas es grande", asegura.

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Centros de peluquería y estética protestan por la falta de ayudas

El descenso de la clientela, con la consiguiente bajada de ingresos, se ha hecho notar de igual modo en los salones coruñeses, para los que cada día es una pequeña lucha por seguir abiertos. "Nos bajó muchísimo la clientela al no haber bodas ni eventos, al tiempo que subieron los gastos de limpieza, de material desechable como batas...", enumera Paula Cascales, propietaria de la peluquería Noss. Para ella, que da trabajo a dos empleadas, la solución está clara. "Con este IVA no podemos levantar el negocio. Somos un servicio de primera necesidad, y de nosotras depende mucha gente", zanja.

Una visión que comparte María López, empleada de la peluquería Aquarell, que resume el reclamo. "Solo queremos trabajar tranquilas, y no nos están dejando. Así no podemos, las ayudas que nos dan no compensan las restricciones. Mis jefas hacen un esfuerzo, pero hay compañeras que han tenido que cerrar", lamenta.

"Al principio del confinamiento nos dijeron que podíamos trabajar, luego que no, y nos quedamos en tierra de nadie. Ahora, desempeñar nuestra actividad es complicado y cada vez hay menos trabajo. La bajada del IVA nos ayudaría, al menos, a mantenernos", confirma Patricia Carro, empleada de la peluquería Caché.