David Barro, director gerente de la Fundación Didac, comisaría la exposición Un lugar común. Derivas do deseño e da arte contemporánea, con la que el edificio Normal ha recuperado la actividad tras el confinamiento. Tomando la muestra como hilo conductor, ofrece hoy, a las 20.00 horas, la conferencia A outra metade. Mulleres na historia da arte e do deseño.

¿Ha existido un borrado histórico de las contribuciones de las mujeres a los campos del diseño y el arte?

Como profesor, siempre les hablo a los alumnos de que existen muchas historias del arte y el diseño por construir. Es una ventaja respecto a cuando yo acabé la carrera; parecía que la historia era una, la que venía en los libros. No había oportunidad de variar. La historia está en construcción, porque en la historia del arte no ha sido lo mismo ser hombre o mujer que negro o blanco. Eso es una verdad irrefutable. El desarrollo histórico artístico de ambas problemáticas genera una contracultura enfrentada a la hegemonía de la historia del arte canónica. Nuestra responsabilidad como gestores, comisarios, programadores de museos es reescribir esa historia. No se trata de cuotas, sino de justicia. Mi interés como historiador del arte y el diseño no se centra en el activismo feminista, que lo considero necesario, sino en la capacidad de construir ese relato de las aportaciones de las mujeres en la historia del arte.

Que la historia del arte y el diseño se haya centrado demasiado en las creaciones de hombres occidentales, ¿es una de sus deficiencias de hoy?

No es tanto una deficiencia, sino una visión que no deja de ser válida. Uno de los ejercicios que me estoy proponiendo es construir una historia del arte al 50%, que la mitad de artistas y diseñadoras sean mujeres. Realmente, así la historia del arte cambia a mejor. Se introduce una espacialidad muy rica, pero para mí es muy importante el valor cualitativo y no tanto cuantitativo. Cuando dirigí la Fundación Seoane, programé solo a dos mujeres, Ángela de la Cruz y Valiere Jouve, que suponían el 80% del presupuesto. Creo que la cuestión es esa.

Serviría para crear referentes a alumnas y nuevas creadoras.

Totalmente. Si atendemos a los temarios de Bachiller existe eso. A cualquier profesor de historia le costaría nombrar cinco nombres de artistas barrocas, por ejemplo. En cualquier ismo posible hay que contribuir a construir ese relato.

El ciclo de conferencias es una actividad complementaria a la exposición que comisaría en la Normal. ¿Cuál es su nexo?

La exposición parte de una manera de construir una colección donde se mezcla el arte y el diseño, no son lo mismo, pero se enriquecen mutuamente. El diseño tiene la capacidad de activar muchas disciplinas. Yo defiendo la posición estratégica que podría cobrar el diseñador trabajado directamente con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y el arte. El arte tiene una capacidad de cuestionar el mundo que no tienen otras disciplinas, debería estar más unida a la ciencia, como hacía Leonardo da Vinci, el artista total. Esa conexión tiene que ser cada vez mayor en el siglo XXI, que ha padecido el que las disciplinas estén cada vez más en compartimentos estancos. En muchos diseñadores y artistas actuales se puede ver un acercamiento a la artesanía, una disciplina algo denostada hace años, pero que ahora se ve como algo radicalmente moderno. Hablamos de modas: en los años 20 todo lo que propugnaba la Bauhaus tendía a lo artesano, a esa hibridación del arte y el diseño, y ahora estamos en un momento en el que eso se vuelve a abrazar y genera características comunes. La exposición es una excusa para hablar de todas esas cosas.

Hace unos meses, se mostraba optimista por el camino que podría tomar el arte en el escenario de la pandemia en las iniciativas locales. ¿Se ha comprobado?

Creo que lo que hay que hacer es apostar por lo local con una perspectiva global. Hay que aprovechar los momentos, este es un gran momento para apostar por la creación gallega. Estamos en un buen momento, donde hay muchos artistas y diseñadores con mucho potencial. Hay que contextualizarlo, es deber de nuestras instituciones que estos artistas salgan y cobren visibilidad fuera, pero sin complejos. Tenemos un material bruto para trabajar en ese sentido que es muy bueno. Retomando esa frase que le decía Luis Seoane a Díaz Pardo: "Tenemos el deber de enriquecer al mundo con nuestra diferencia". Es ese mirar localmente para proyectar globalmente es lo ideal para seguir, con o sin confinamiento.

¿Cómo se han adaptado para no perder alcance?

El mundo del arte vive un momento muy complicado, con cierto distanciamiento de la sociedad y de lo que propone el arte contemporáneo. El diseño ha conseguido ser más empático con la sociedad. El arte no está en las agendas políticas, el diseño sí. Basta mirar la programación de una ciudad como A Coruña, con tanta capacidad, y hay que escarbar para encontrar una exposición seria de arte contemporánea. Por eso, cuando la Normal me ofreció la posibilidad de hacer algo, me pareció que podía cubrir un hueco. Creo en A Coruña no se está trabajando por el arte y el diseño, sobre todo si se compara con la agenda internacional.