La nueva normalidad tiene nuevas reglas. En cuestión de horas, los coruñeses vieron limitados sus movimientos más allá de Alfonso Molina y los restaurantes recibieron llamadas para cancelar reservas. "Yo ya no sé lo que se puede y no se puede hacer", comentaba una vecina a otra después de que la Xunta anunciase el cierre perimetral de la ciudad y limitase las reuniones a convivientes.

"¿Y podré ir al cementerio?", se preguntaba otra. En un fin de semana marcado por el Día de Difuntos, muchas tumbas tendrán que esperar para ver sus flores renovadas. Sí se podrá acudir, con aforo reducido y distancia de seguridad, a San Amaro, Oza, Visma y Feáns, pero las visitas a los camposantos de otras ciudades, pueblos y aldeas quedan restringidas.

Eso lo notará el comercio, que asume que llega "un fin de semana duro, con poco movimiento", dice Isabel Rodríguez, que tiene una tienda en la calle de la Franja. Los restaurantes, muchos con las neveras llenas, esperan una avalancha de cancelaciones, pues solo pueden juntarse los convivientes, aunque desconocen si es su responsabilidad verificar estos datos. Los dueños de la Vermutería y la Taberna Chitín cerrarán estos locales hasta el martes, cuando se volverá a reunir el comité de Sanidade para revisar las restricciones, aunque sí seguirán sirviendo comidas y cenas en el Uro Rest&Club.

Los actos públicos también pasan al cajón de las suspensiones, cada vez más lleno. La Comisión Aberta en Defensa do Común aplaza al próximo fin de semana la marcha cívica para exigir la devolución de la Casa Cornide que tenía organizada para hoy. Tampoco se celebrará la fiesta del Magosto Samaín de la asociación de vecinos de Novo Mesoiro, prevista para esta tarde. El Concello, que también canceló ayer las charlas de la programación Outubro Trans, ha ampliado al 50% la jornada de teletrabajo de los empleados públicos y organiza turnos para garantizar la continuidad de los servicios. Por la noche, según informó la Compañía de Tranvías, no funcionará el servicio búho del autobús urbano.

Hace días que la ciudad se duerme a las once de la noche por el toque de queda, pero ahora le toca adaptarse a unas nuevas reglas que ponen fin a todos los planes de Halloween.