La vida Erasmus está muy lejos de los toques de queda, el distanciamiento social y las restricciones de aforo pero, aun así, todavía hay estudiantes que han hecho sus maletas para recorrer miles de kilómetros e instalarse en A Coruña con el fin de completar sus estudios.

Muchos han cambiado los pubs del Orzán por paseos junto al mar y se han adaptado a los cambios de horario para poder estar a las once en casa sin dejar de disfrutar. Los estudiantes vienen de Albania, República Checa, Francia, Italia o Polonia. No importa lo lejos que estén de casa ni que la mascarilla se haya convertido en un accesorio imprescindible. Todos sonríen cuando se les pregunta por su experiencia en la ciudad y aseguran que ni el coronavirus ha conseguido romper su sueño de estudiar en el extranjero. "Me parecía impensable renunciar a un año así", señala la francesa Enora Magueur, que estudia Español en la Facultad de Filología.

Les resulta "muy difícil" conocerse entre todos, pues no pueden hacer grandes reuniones. De hecho, este fin de semana solo podrán quedar con convivientes. En las últimas semanas, el límite era de cinco personas. "El toque de queda también complica las cosas", reconoce la estudiante.

Julia Samulewska, de Polonia, todavía está adaptándose a esta nueva situación. Es consciente de que "la vida Erasmus con coronavirus no es lo que uno quiere vivir, pero es mejor que no hacerlo". Estudia el Grado de Inglés y se decidió por A Coruña porque "parece el mejor sitio para conocer la auténtica España". Su otra opción eran las Islas Canarias. "Además, Galicia destaca por sus tradiciones y su idioma", apunta.

La también polaca Weronika Kazimierczyk sentía "curiosidad por el estilo de vida local". "Me encanta la atmósfera que tiene A Coruña, es completamente diferente a la de Polonia", analiza, quien explica que, como al principio estaban permitidas reuniones de más personas, pudo "participar en varias quedadas de Erasmus y conocer a muchos de ellos". "Ahora es más difícil conocer gente nueva, pero espero que la situación mejor y ya estoy muy feliz por toda la gente maravillosa que he conocido", resume.

Todos coinciden en que les costó dar el paso, pero una vez pisaron la ciudad, se dieron cuenta de que la decisión fue la acertada. En los meses más duros del confinamiento, la italiana Sara Frascio no podía imaginar su vida aquí. "Cuando estaba encerrada en casa pensé que no quería irme de Erasmus para estar encerrada de la misma manera en una ciudad diferente", recuerda esta estudiante de Lenguas y Culturas Extranjeras, que cambió de opinión en verano, "cuando la situación mejoró". "Tenemos que ser responsables", indica.

Antes de mudarse, Kazimierczyk no dejaba de preguntarse "cómo sería la situación en A Coruña en la era Covid-19". "Por supuesto, la atmósfera en la Universidad es completamente diferente por las restricciones, pero aún así estoy contenta de poder ir a clase", señala como aspecto positivo. De hecho Duc Long Hoang, que estudia Informática, siempre quiso hacer un Erasmus y está "sorprendido" por la gran cantidad de medidas que se toman no solo en la Universidad sino también en la calles.

No hay fiestas universitarias, las clases no están llenas de gente y las cafeterías de las facultades han dejado de ser el punto de encuentro por excelencia, pero estos estudiantes extranjeros aseguran que la Universidad "está muy bien organizada" para afrontar la nueva situación. "Lo están haciendo bien. Hay gel desinfectante en todas partes. Lo que más me sorprendió es que todas las clases son presenciales, con lo que estoy muy feliz", detalla Samulewska, que explica que en su país "las clases son todas online".

La albana Kejsi Prifti, que estudia Biología, combina clases presenciales con online y reconoce que la Universidad "está haciendo todo lo posible para que el proceso de enseñanza y aprendizaje sea lo más fácil posible".

Todos ellos han encontrado diferencias con sus países. A Enora Magueur le costó adaptarse a la mascarilla porque en su ciudad "no es obligatoria", mientras que Sara Frascio ve que "hay reglas más restrictivas aquí que en Italia". "En mi país se dejó demasiada responsabilidad a los ciudadanos", informa, mientras que Duc Long Hoang asegura que "España está manejando la situación mejor que la República Checa". Las estudiantes polacas apuntan, además, que en su país "no hay toque de queda".

Al margen de las clases y su adaptación a la ciudad, estos Erasmus intentan disfrutar de su experiencia siempre que las restricciones lo permitan. No se hacen macrofiestas, pero sí pequeñas reuniones. Además, están aprendiendo a valorar lo pequeños placeres de la vida, como pasear junto al Atlántico. "Lo que más me gusta es tener el mar a diez minutos de mi casa", confiesa Frascio, mientras que Prifti no puede imaginar "un mejor sitio para tomar café o dar un paseo". Duc Long Hoang se está aficionando al surf y Magueur disfruta perdiéndose "por las calles de la Ciudad Vieja", aunque su sitio favorito es "la playa de Riazor". Samulewska prefiere el Orzán, aunque si tiene tiempo, no duda en acudir hasta "el área de la Torre de Hércules". "Desde ahí se pueden ver los atardeceres más bonitos", manifiesta. Esa conexión con el mar también la siente Weronika Kazimierczyk: "Lo que más me gusta de A Coruña es que vayas a donde vayas, la playa está cerca". Razones suficientes para regresar cuando el Covid-19 solo sea parte del pasado.

Kejsi Prifti, albanesa: “Tengo la posibilidad de hacer amigos de todo el mundo”

Kejsi Prifti, de Albania, estudia en Chipre y siguió la recomendación de dos amigas para continuar sus estudios en A Coruña. “España siempre fue mi destino favorito”, reconoce. A la estudiante le chocó que la “mascarilla fuese obligatoria”, ya que en la ciudad en la que vive no lo es, pero no ha tardado en adaptarse. Indica que “atravesar una pandemia no es fácil”, pero trata de “organizar eventos y cumplir todas las reglas” para conocer gente y aprovechar el Erasmus todo lo posible. “Tengo la posibilidad de hacer amigos de casi todas las partes del mundo y eso me hace muy feliz”, revela. A Kejsi Prifti le gusta el “estilo de vida” coruñés y detalla que “el oceáno es un plus” que hace que su estancia sea todavía mejor. Le encanta pasear, tomar café y relacionarse con todos los Erasmus. Además, tiene claro que volverá de visita cuando el coronavirus haya desaparecido.

Duc Long Hoang, checo: “Es cierto eso de que en A Coruña nadie es forastero”

Siempre quiso hacer un Erasmus y nunca había estado en España. “Así que pensé que era la oportunidad perfecta”, cuenta Duc Long Hoang, de la República Checa. Escogió A Coruña porque “tiene playa y en tamaño es muy similar” a su ciudad, Pilsen. Es consciente de que la cosas han cambiado mucho, pero eso no resta magia a su experiencia. “No es el típico Erasmus, sobre todo por el toque de queda, pero el objetivo es el mismo, que es volverse más independiente y conocerse mejor a uno mismo”, apunta. Duc Long Hoang no ha tardado en aprender curiosidades sobre la ciudad: “Es cierto eso de que en A Coruña nadie es forastero. La gente es muy maja y servicial”. Bromea, además, con que ya se ha “acostumbrado a la siesta” y ha empezado a surfear en las playas coruñesas, una de las cosas que más le gusta hacer en su tiempo libre.

Sara Frascio, italiana: “Decidí venir porque no quería renunciar a esta oportunidad”

Estudiante de Lenguas y Culturas Extranjeras, Sara Frascio se despidió de Italia para disfrutar de un Erasmus en el que la clave está en “adaptarse a las reglas”. “La diferencia está en que tenemos que formar grupos más pequeños, pero podemos disfrutar de nuestro Erasmus”, confiesa. La joven italiana, que reconoce que la Universidad “está muy bien estructurada” , asegura que la vida en A Coruña “es maravillosa”. “Sería mucho mejor sin la situación del coronavirus”, asume. Le gusta mucho pasear junto al mar, pues en su casa lo tiene “muy lejos”, y ha conectado muy bien con los coruñeses: “La gente es muy cordial y siempre está disponible”. Hasta antes del toque de queda, Frascio disfrutaba paseando “de noche” por las calles de A Coruña. Es el regalo a una decisión complicada: “Decidí venir de todos modos porque no quería renunciar a esta oportunidad”.