Para los dueños del Mesón Agustín, Marisa Mosteiro y Agustín Carro, están siendo "meses muy malos" en los que cuesta levantar cabeza. "Llevamos una temporada mala, sin apenas turistas en verano y con el caso Fuenlabrada, que nos afectó muchísimo", aseguran. La limitación de que solo se puedan reunir convivientes se ha traducido en un aluvión de cancelaciones. "Teníamos ocho mesas reservadas para el fin de semana y seis cancelaron. Pero los pedidos ya se habían hecho y la nevera estaba llena", lamentan. "Estamos peor que mal. Necesitamos ayudas urgentemente", señalan.