La hostelería se arruina y su grito de auxilio y desesperación llega a la calle para propagarse hacia las administraciones. Y no lo hace solo una vez. El pasado lunes más de 1.200 hosteleros y trabajadores vinculados al sector se juntaron en la plaza de María Pita y marcharon hasta la Delegación del Gobierno para reclamar ayudas que eviten el fin de sus negocios. El ramo, ahogado por las limitaciones a su actividad durante gran parte del año por la pandemia del coronavirus, aún no conocía que la Xunta decretaría dos días después el cierre de bares y restaurantes en 60 municipios gallegos, entre ellos A Coruña, durante un mes. Ayer sábado los hosteleros salieron de nuevo a la calle a protestar: fueron medio millar esta vez, acompañados por representantes del sector cultural de la ciudad. Ayudas. Salvemos la hostelería, rezaba la pancarta principal del lunes; Hostelería ama Cultura, se leía en la de ayer en el suelo. Dos lemas distintos, un mismo mensaje.

El respaldo y el consuelo en forma de ayudas que lleguen ya. Esta es la exigencia. "Sin ingresos no podemos pagar impuestos, que nos los perdonen y nos den las ayudas por el cese de nuestra actividad. Nos las han prometido, pero no vemos ninguna. Hace más de cuatro meses que se han pedido las del Concello y yo no conozco a nadie que las haya recibido. Las que anuncia la Xunta están pendientes de aprobación y hasta enero o febrero no las veremos. La gente necesita el dinero ahora. Algunos locales han cerrado, muchos van a cerrar y el panorama no pinta bien", lamentaba ayer uno de los organizadores de la concentración, Iván Guntín, de Eche o que hai, de la calle San Juan.

Poco después, su compañera Paula Gallego, del restaurante Pracer, una joven cuya familia trabaja en el sector, leía ante un micrófono las reclamaciones directas de la hostelería coruñesa a las administraciones, mencionaba a compañeros relacionados con su actividad (proveedores, comerciales, distribuidores, transportistas, servicios de limpieza, pinchadiscos, músicos, empresas de catering y eventos?) y denunciaba "abandono institucional". "Exigimos de forma inmediata la cancelación de la cuota de autónomos, la suspensión de impuestos de los cuales no seamos usufructuarios mientras estamos cerrados, la resolución de las ayudas municipales para suministros y alquileres y, en definitiva, un plan de rescate que se haga efectivo con el decreto del cierre", solicitaba antes de pedir a los presentes "un minuto de silencio en honor de los que han perdido su negocio".

Tres actuaciones musicales pusieron cierre a la concentración. Silvia Penide dedicaba una canción "a los que resisten". "Somos gente normal", gritaba la voz en el estribillo de otro tema, como queriendo transmitir aliento. Pero en el ambiente reinaba una incómoda incertidumbre y muy grises presagios. "Personalmente, tampoco creo que nos dejen abrir en diciembre. Sería incongruente abrir la mano para salvar la Navidad y que la gente salga a tropel a la calle", teme Iván Guntín. El Clúster de Turismo y diez asociaciones del gremio hostelero se reunirán mañana con el vicepresidente primero de la Xunta, Alfonso Rueda, para abordar la crítica situación del sector en Galicia.

La ciudad, desangelada

La plaza de María Pita antes y después de la protesta presentaba ayer, como otras calles céntricas, un aspecto frío y desangelado. Sin terrazas en las aceras o en zonas peatonales y con los bares cerrados o solo abiertos para que los clientes llevasen productos, la ciudad exhibió demasiado cemento y hormigón. San Andrés, sin coches a partir de ahora todos los sábados por la tarde, tampoco tuvo la misma animación de las dos jornadas abiertas al peatón en los meses anteriores. Algo de contraste a tal estampa se pudo ver en zonas de Sada y Betanzos, concellos en los que la hostelería sí puede abrir este mes, donde ayer por la mañana los clientes pudieron estar en los bares.

En la noche anterior en la ciudad, la última antes del cierre de la hostelería, el 092 denunció a dos locales por incumplir restricciones y medidas de seguridad. Uno de ellos estaba abierto más allá de las 23.00 horas y en su interior había ocho clientes que también fueron denunciados.