Rafael Lorenzo es propietario de Mariño, ropas de trabajo, una tienda que nació al abrigo de la lonja y la actividad pesquera y que lleva 85 años surtiendo de material a diversas actividades y establecimientos de A Coruña. Desde su ubicación frente al Muro, poco antes de llegar a la plaza de A Palloza, sigue de momento con su trajín diario, que se verá afectado en cierta medida por el cierre de la hostelería, que ya se ha hecho efectivo en la ciudad y en concellos de la comarca como Oleiros, Cambre y Culleredo. "Nosotros tenemos nuestro negocio muy diversificado, pero perderemos nuestra facturación a este sector, que supone en torno a un 10 o a un 15% del total", asegura Rafael Lorenzo, quien se encuentra al frente de este punto de venta, que también despacha por internet.

No solo atiende a la hostelería, también ofrece soluciones a empleados de "la sanidad y la industria" y otro tipo de productos como botas de agua, calzado piel o ropa náutica. "En una ciudad pequeña como A Coruña tienes que tocar todos los palos, no te puedes permitir dedicarte solo a una rama, como podía ser la de la hostelería. Si fuese así, como debe ocurrir en sitios más grandes, el golpe sería aún peor para nosotros. Aún así es importantísimo", explica Lorenzo, que centraba en mayor medida sus lamentos en el revés que suponen todas estas medidas restrictivas para el propio sector de los bares y restaurantes. La Xunta ha anunciado, de momento, el cierre de la hostelería para el próximo mes con la idea, expresada en palabras del presidente Núñez Feijóo, de "salvar la Navidad", aunque nada asegura que se vaya a conseguir este objetivo y, de hecho, las ayudas anunciadas por el ente autonómico abren la puerta a indemnizaciones tipo por cada mes que la llave esté pasada.

Si la cuarentena se quedase en un mes, el impacto podría entenderse menor para establecimientos como Mariño, ya que ofertan un producto que no es renovado de manera diaria por sus clientes. Lorenzo entiende este argumento, pero también destaca la gran movilidad de trabajadores que hay en el sector, algo que les beneficia en su actividad diaria y que ahora perderán. "Trabajan muchísimas personas en la hostelería. Entran y salen y necesitan material de manera casi constante", apunta. De momento, se preparan para adaptarse a una nueva realidad, que no solo afecta al propio hostelero en una ciudad consagrada al sector servicios.