LA OPINIÓN se hacía eco esta semana de que, tras 28 años como contrabajista tutti de la Orquesta Sinfónica de Galicia, el músico Serguei Rechetilov se jubilaba. Esta noticia, por desgracia, pasaría desapercibida si no fuera porque Rechetilov es uno de los pocos miembros originales de aquella Sinfónica que debutó en el concierto inaugural en mayo de 1992. Este hecho no solo es el argumento para escribir este artículo sobre qué es un tutti, un músico tutti o, para resumir, las diferentes categorías que tiene un profesor dentro de una orquesta sinfónica, sino también para homenajear a Serguei y reivindicar el valioso, poco reconocido e ingrato trabajo de servir a una orquesta sin que tu nombre figure en un titular.

Tutti es un término italiano que significa todos o juntos y que en una orquesta determina el puesto de instrumentista que toca siempre junto y a la vez que sus compañeros de sección, nunca solo. El 70 o 75 % del nivel o calidad de una orquesta sinfónica lo determina el trabajo y resultado de los tutti. Este conjunto de músicos produce la base o masa de sonido sobre la cual brillan los solistas y, sin esa alfombra sonora que tejen los tutti por debajo de ellos, jamás podrían lucir y con ello alcanzar el máximo virtuosismo en sus solos.

Imaginemos un triángulo isósceles con la base mas larga que sus dos lados. Es el ejemplo mas visual de la jerarquía u organización de una orquesta sinfónica actual, en la que la base estaría constituida por lo que llamamos músicos tutti: aquellos que no tienen una responsabilidad artística en lo referente a tocar solos.

Como en todas las organizaciones, cada empleado tiene unas funciones diferenciadas y una orquesta profesional no es diferente. El director estaría en el vértice superior de dicho triángulo y sería el encargado de indicar lo que él entiende como "traducción" de una partitura escrita por un compositor hace 100 o 200 años. Digo lo que él entiende, porque las indicaciones no son tan precisas como hoy en día recibimos. Pensemos que si el compositor indica un tempo o velocidad Allegro, o sea rápido, cada músico de la orquesta puede entender diferentes velocidades. Si lo trasladamos al automovilismo, Fernando Alonso tiene un concepto de ir rápido bastante diferente al de cualquier ciudadano. Por lo que solo el director puede determinar una velocidad y la decide con su criterio a partir de sus estudios, evolución...

Pasa lo mismo con los matices -volumen- y con muchas más indicaciones que cada músico interpreta o siente de una manera diferente. Incluso el propio músico, según su estado de ánimo o circunstancias personales, los varía. Es el director el que determina todo lo que va a sonar -cuándo, cómo y de qué manera- y establece los tiempos de trabajo en los ensayos de la orquesta para un resultado óptimo. Vamos, es el jefe.

Inmediatamente debajo, jerárquicamente hablando, está el concertino de la orquesta, a veces llamado primer violín. Es el puesto de mayor responsabilidad artística dentro de la orquesta ya que es el encargado de interpretar todos los grandes solos escritos para violín solista dentro de una obra sinfónica, el encargado de escribir los arcos de toda la cuerda -definir los movimientos hacia arriba o hacia abajo- para que todos los instrumentistas vayan con el mismo movimiento de brazos, cual desfile militar. Y, por último, es el nexo entre el director y la orquesta, encargándose de trasmitir las observaciones que el maestro solicita. Es un puesto muy cotizado en todo el mundo y para el que no todos los violinistas están preparados, por ser una posición con mucha presión y responsabilidad artística. No se trata de ser el mejor violinista durante un día, sino de ser una referencia y ejemplo para el resto de tus compañeros y una mano derecha para los directores, siempre alerta para guiar a los compañeros en cualquier desajuste que pueda existir, aparte de liderar desde principio a fin a la orquesta. Lo reconoceremos porque es el encargado de levantarse al inicio del concierto y, con ello, comenzar el ritual de afinar la orquesta.

Debajo del concertino, en ese escalafón jerárquico de triángulo isósceles, estarían los principales de sección o solistas de sección, entendiendo por sección los grupos de instrumentos afines: chelos, violas, oboes, trompas? Los principales son los encargados de ejecutar los grandes solos de cada composición. Son puestos de gran responsabilidad, como el del concertino, sobre todo por parte de los instrumentistas de viento ya que con sus solos determinan el éxito o fracaso de un concierto. Suelen atesorar un gran dominio de la técnica instrumental y mostrarse muy fuertes psicológicamente para afrontar noche tras noche la presión de elevar a grado sumo los grandes solos de las obras legendarias. Suelen tener destacadas carreras paralelas a su labor orquestal como instrumentistas o profesores. Quién mejor que ellos para trasladar a los alumnos todos los secretos de las particularidades de cada solo de orquesta. A su lado, siempre apoyando o sustituyéndolos en ocasiones, están los coprincipales, o cosolistas, que también tienen una labor destacada con sus solos y apoyando a los solistas.

En la base del triángulo están los músicos tutti. Que nadie piense que un músico tutti tiene poca responsabilidad. Aún no siendo una responsabilidad artística de tocar solo, la perfección y sincronización para tocar todos juntos y la capacidad de reaccionar ante un cambio de velocidad o dinámica del director es digna de elogiar. Es el arte de escuchar, filosofía y base de todos los conjuntos que dirigía uno de los grandes maestros del siglo XX: Claudio Abbado. Parece fácil escuchar mientras uno toca y lograr reducir una gran agrupación sinfónica al trabajo de una pequeña agrupación camerística. Pero es un virtuosismo del que nunca se habla y que solo está al alcance de los grandes músicos tutti de la orquesta, como en el caso de la Sinfónica de Galicia, un aspecto que se puede corroborar en sus conciertos o las grabaciones que difunde a través de su canal en YouTube.

Esta misma semana, Serguei Rechetilov nos decía que no dejaba de trabajar duro cada semana en la preparación de las partituras tras casi 40 años tocando en orquesta, una decena en su país de origen, Ucrania. Para alcanzar esta meta, un músico profesional, al que comparo con un deportista de élite, debe cuidarse durante toda su larga carrera porque son habituales las lesiones cervicales, de espalda, hombro, tendinitis, disfunciones temporomandibulares... y la exigencia mental y psicológica que un músico profesional debe mantener a lo largo de su trabajo, durante aproximadamente unos 40 años, es seguramente superior a la de un deportista de élite con quince años de carrera y condicionado a una jubilación a los 38-40 años. Un músico profesional se inicia a la misma edad y acaba 25 años mas tarde.

El tiempo de estudio y preparación técnica individual es continuo y las exigencias artísticas del maestro que cada semana ocupa el podio de la orquesta no permiten muchas relajaciones en la vida personal. Hoy en día, el nivel artístico de un músico tutti sería comparable al de un solista de orquesta en la década de los 80 o 90 del siglo pasado, sin ninguna duda. Las nuevas tecnologías han ayudado mucho a obtener ciertos recursos e información que antaño eran utópicas, y unidas a la mejor formación de los profesores actuales y a la profesionalización de la enseñanza orquestal con proyectos educativos para jóvenes hacen que ser músico en una orquesta profesional ya no sea un sueño para nuestros jóvenes estudiantes. Esperemos que de estos proyectos educativos gallegos surja el relevo de este gran músico que con todo lo aportado bien se merece una buen descanso. ¡Felicidades Serguei!