Ferrolano de nacimiento, balear de corazón, vigués convencido y coruñés de sentimiento. Así era Laureano Aragón Arroyo, marino mercante en la especialidad de radio, radiofonista entregado que sirvió durante muchos años a los Españoles en la Mar de Radio Exterior de España (REE) el mejor de los servicios al facilitarles a través de la onda corta las más fiables informaciones sobre el estado del tiempo en todo el mundo, lo mismo que hacía en la Onda Media y la FM de Radio Nacional de España a la audiencia de Galicia y España, y surfista del café descafeinado y la insulina compañera de la mayor parte de sus ochenta años de vida.

Laureano Aragón me permitió compartir buena parte de su quehacer diario en la radio. Con él ha podido cumplir muchas campañas de mar desde el secano de los estudios de RNE y, antes, de RCE, primero con el programa Costa Norte, posteriormente con el de Españoles en la Mar, para poner fin a nuestras singladuras con Mar Adentro. Amigo entrañable, supo introducirme en el proceloso mundo de la mar y mostrarme los peligros que este entrañaba en toda circunstancia, pero muy especialmente en los duros momentos de los naufragios, los accidentes marítimos, los duelos, los decires y los sentires: "Hay una baja presión en Rockall, mar montañosa en Gran Sol, galerna en el Cantábrico"... Es como si estuviese, como siempre, sentado a mi izquierda en el estudio de Radio Nacional, manejando sus "partes meteorológicos", el timón de los noroestes y dictaminando con precisión absoluta. Sus pronósticos fueron siempre absolutamente fiables para los pescadores de A Costa da Morte, del área de Canarias y costas nororientales de África, donde los seguían con fruición, al igual que en todo el Mediterráneo, el Índico, el Océano Pacífico, Norte de Europa, costas del Centro y Suramérica, las referencias a las islas Azores -donde se generan lo bueno y lo malo de las navegaciones atlánticas-... Fue Laureano como ese padre que te conduce en las navegaciones plagadas de alisios que abren brecha en las Canarias rumbo a esas Américas objetivo de navegantes solitarios. Juntos hemos vivido circunstancias duras, desde el embarrancamiento del Casón al incidente-accidente del Mar Egeo, pasando por el inconmensurable Prestige y decenas de pesqueros que han dejado en aguas comunitarias -especialmente las de Gran Sol- la marca indeleble de su quilla al sol; en A Costa da Morte, banco canario-sahariano, costas africanas desde Mauritania a Sudáfrica, con parada y fonda en Guinea y descanso en Namibia. En todos esos mares había gallegos, como gallegos había, y hay todavía, en aguas argentinas preñadas de langostino, merluza y pota hasta las Malvinas, donde reculaban las olas asustadas por el balido de las ovejas isleñas y su lana casi maciza. Y a todos ellos se dirigía especialmente mi amigo y compañero Laureano.

Laureano Aragón Arroyo, hijo de marino de la Armada, se ha sumado a las víctimas del "bicho", ese miserable coronavirus del que también se lamentan ¡y cómo! en las dependencias del sindicato UGT comarcal de A Coruña, donde Lalo (Laureano) ha servido hasta hace tan sólo unos días a través del gabinete de prensa y su irrenunciable Pepe Carrillo, "su" secretario.

Para su esposa Chiruca y sus hijos, la pérdida irreparable. Para sus amigos, el dolor de un adiós que no hemos podido otorgarle. Para mí, particularmente, la baja presión centrada en el Norte de mi vida sin fuerzas para evitar la ola de costado porque ya no dispongo de la guía de mi muy querido Laureano Aragón Arroyo, que siempre ha sabido cantarme las bondades del barlovento.

Que la mar te sea leve, amigo, y buena proa.