Una estrofa de Jeff Tweedy adentra al lector en un mundo de poemas, de explorarse a uno mismo y las fronteras con lo demás, de conocerse o, quizá, desconocerse. El compositor y guitarrista de Vetusta Morla, Guille Galván, presentó el sábado en la librería Berbiriana su poemario Desconocernos. No estuvo solo. Lo acompañó la artista gallega Rebeca Losada, que ilustra el libro. Un tándem que nació como surgen las cosas más especiales, de casualidad. "En el verano de 2019, Vetusta Morla tocó en el Náutico de San Vicente. Guille vio los carteles que yo había hecho para el local, le gustaron y contactó conmigo", recuerda Losada, que ha ilustrado también los carteles de conciertos de Combo Viramundo y portadas de los discos Xoel López.

Le pasó el poemario entero y empezaron a trabajar. "Ya estaba prácticamente armado antes de la pandemia y mi idea era sacarlo antes de verano, pero se retrasó", revela Galván, que visitó el Coliseum con Vetusta Morla el 29 de febrero, en la antesala del coronavirus. El encierro le sirvió para "interactuar con Rebeca", revisar su libro y "pensar con qué miradas se iba a leer el trabajo después de algo tan traumático como el confinamiento".

El resultado es un poemario sobre "la búsqueda constante de la frontera con los demás" y está dividido en tres capas, como explica el propio autor. Desconocerme, desconocerte y desconocernos. "El punto de partida es esa frontera de uno mismo, de nuestros miedos, fantasmas y aspiraciones. Seguimos con la frontera del otro. Desde un punto de vista íntimo, esa persona con la que compartimos la vida", relata Galván, que explica también la tercera parte, que da título a su obra: "Esa frontera que nos separa de relacionarnos con lo plural". Explicaciones y detalles, no obstante, que se entienden cuando el lector abre las páginas de este poemario y se sumerge en él.

Como una parte más de esas palabras, sentimientos y reflexiones aparecen las ilustraciones de Rebeca Losada. "La idea era hacer la portada. Pero luego el proceso surgió solo y empecé a pensar en más ilustraciones", se sincera.

Es la primera vez que trabaja con poesía, pero la experiencia le ha servido para saber que quiere "repetir". "Me ha gustado un montón. Fue un poco reto, pero solucionamos bien", explica, a la vez que indica que sus ilustraciones "son muy interpretables, tienen un punto poético que mola".

Después de visitar Santiago, han pasado una mañana firmando y charlando con lectores en Berbiriana, para después seguir con esa nueva rutina en San Vicente. Un oasis en el desierto, en un momento de parón, de incertidumbre y de miedo que tanto sufre la cultura. "Es un poco raro porque hasta el último momento no sabíamos si se podía hacer. Está siendo muy agradecido. Se nota que a la gente le apetecía un montón tener la excusa para ir a un acto cultural", comenta la artista.

Esto les ha demostrado, tanto a ella como a Guille Galván, que si se puede, "hay que hacerlo". "Somos unos privilegiados", revelan. Pensaba, además, "que iba a ir menos gente" de la que finalmente se encontraron.

Para el músico y autor de la obra, está siendo un momento de disfrute, aunque con restricciones y pequeños imprevistos. La situación le permite dedicarse al cien por cien a su poemario. "Cuando saqué el otro libro, intenté hacerlo en un momento de parón de giras de Vetusta Morla", recuerda. Su objetivo, siempre, es "disfrutar de la publicación del libro y no sumarlo a un contexto estresante de conciertos". Este stand by le ha llevado a compartir tiempo con Rebeca Losada y con sus lectores, a escribir y componer.