Tal día como ayer, un 16 de noviembre de finales del siglo pasado, abría sus puertas un local en Monte Alto, en el número 8 de la Travesía Torre, que durante los veintiún años siguientes se convertiría en un referente nacional de la música en vivo: la sala Mardi Gras. Autores y bandas de todos los estilos, de la ciudad, de Galicia, de España y de otros países, han pasado por su pequeño y acogedor escenario, al que desde marzo pasado, salvo durante un breve paréntesis de esperanza en verano, el Covid obliga a estar vacío. Para celebrar su nuevo cumpleaños, un aniversario esta vez agrio y que dibuja un futuro por ahora cubierto de nubes, ayer nació la Asociación Cultural República Musical Mardi Gras, un proyecto con estrechas vinculaciones a la sala que va "más allá" del barrio y aspira a conservar activa la comunidad musical de A Coruña.

Los republicanos de la Mardi pueden desde hoy asociarse a este nuevo colectivo y aportar una cuota anual de 20 euros; la inscripción inicial será de 10 y lo que se recaude en 2020 se repartirá a partes iguales entre las salas coruñesas unidas en la campaña de camisetas #Apoyatusala. Pertenecerán así a una entidad concebida para reforzar la actividad cultural coruñesa relacionada con la música, "para hacer que la sala y el rock and roll, la música en general, sigan adelante en la ciudad", proclama Tomi Legido, programador del local de conciertos y uno de los promotores de esta república recién fundada.

A su lado le acompañan en la aventura Alberto de la Fuente, Dani Pérez, Nuria Basanta, María Castro y Nino García, que ejercerá de presidente. Entre todos han seguido procesos diversos en los últimos meses para dar forma a la República Musical Mardi Gras, con la consiguiente tramitación de papeleo y creación de cuenta bancaria y datos fiscales y la elaboración de estatutos. Una forma de gobierno en toda regla, abierta a la participación del público y de distintos sectores musicales de la ciudad. "Es una forma de seguir trabajando con gente que quiera ayudar, aunque la pandemia no nos deje tener la misma actividad que antes", prevé Legido, que hermana el proyecto con iniciativas culturales próximas como Desconcierto Cultural, en Santiago.

¿Cómo seguir adelante? Ideas hay varias y se barajan entre otras la cesión de la propia sala para actividades (coros, talleres, ensayos) a cualquier hora del día o la celebración, con aforos más reducidos, de espectáculos que la Mardi Gras pueda organizar también con las salas amigas Garufa Club y Filloa.

Un lema, un grito de aliento y de guerra inconformista, mueve a esta república. "Lo vamos a pelear. La situación requiere ingenio, trabajo y mucha ayuda de la afición que nos habéis acompañado en más de veinte años de rock, bailes, risas, morreos...", se lee desde hace unos días en las redes sociales de la sala de música, que sobre un fondo amarillo captaban la atención de los usuarios con el anuncio "Operación Salvar Mardi Gras". La misión está en marcha.