Un cambio de rumbo con final feliz. Esa es la historia resumida de Silvia Santiso. En solo un año, la coruñesa ha pasado de vivir en Edimburgo a volver a casa, dejar el trabajo de oficina y centrarse en su verdadera pasión: la pintura. Su casa está llena de bocetos, de paisajes y de obras de mujeres que la han inspirado durante todo este tiempo para acabar apostando por el arte. Muchas se pueden encontrar a la venta en su página Wild Musa. “Cuando tenía 6 años, mi abuelo me regaló un caballete. Pero solo hacía cosas para mí, nunca lo exterioricé ni pensaba que tenía talento”, confiesa.

Al finalizar la carrera de Recursos Humanos, Santiso empezó a trabajar en una oficina: “Notaba que me faltaba algo. Me sentía triste”. Hasta entonces, su relación con el arte se limitaba a pintar obras para decorar las paredes de su hogar. Fue el momento de dar, como ella misma dice, “un golpe de estado” a su vida. Cogió las maletas y se fue a Edimburgo. Su primera vez lejos de A Coruña. “Justo antes de irme, hice una exposición de Frida Kahlo en la Marina. Ya en Escocia, seguí pintando mujeres. Pienso que tenemos una fuerza increíble y mucha energía que invita a explorar, descubrir, trazar y pintar”, explica.

Así es como nace el nombre de su marca, Wild Musa. “Porque cuando llegué a Edimburgo me di cuenta de que todas las mujeres tenemos un lado salvaje, indomable y libre”. Y eso es lo que trata de transmitir en sus obras, aunque también dibuja mascotas y paisajes.

La experiencia en el extranjero la enriqueció hasta tal punto que “muchas veces no salía a la calle para seguir pintando”. Una inspiración que todavía no se ha agotado. Con el coronavirus tuvo claro que “tenía que volver a casa”, aunque esperaba que solo fuesen 15 días. “Y aquí sigo”, revela, con una sonrisa en los labios. Silvia Santiso pasó el encierro con el pincel en la mano y se atrevió a compartir sus creaciones con los demás. “Me hice un Instagram, pero pensé que solo me iban a pedir encargos mis amigos. Poco a poco he ido creciendo y estoy avanzando muchísimo”, indica. Ahora cursa un máster de arte para conocer nuevas técnicas y seguir formándose. “Me gusta pintar todo, pero también que me den vía libre para hacerlo a mi estilo. Yo no soy retratista, soy más de improvisar”, confiesa esta joven de 32 años, que ya tiene web propia y sueña con decorar las casas de otros con sus obras. Un sueño que es ya una realidad.