“¿Cómo se manda una postal?”, se preguntó el pequeño Artai Gallego. A su padre, Luis, vicepresidente de la ONG ¿Por qué no?, también le “costó recordar dónde había un buzón”. Una situación que les llevó a recuperar la campaña de postales navideñas que hace dos años inició la asociación. “Como este año no podemos hacer actividades o mercadillos, decidimos que esta era una buena iniciativa para felicitar las fiestas”, explica Luis Gallego, que creó esta ONG con tres amigos en 2017. “Tenemos proyectos en Kenia y Guatemala. Intentamos hacer cosas pequeñas, pero muchas iniciativas durante todo el año”, señala.

Las postales —hay 50 unidades por diseño— son obra de Rebeca Losada, Juan Gato, Alexandre Reverdin, Javier Entrambasaguas y Pablo Pulgar, aunque la ONG ya ha recibido más peticiones de artistas dispuestos a colaborar. Estas nuevas creaciones estarán disponibles a partir del 10 de diciembre. “Además, una de las postales la hizo María Estrella Mendoza, ganadora de un concurso de dibujos que hicimos en Guatemala”, informa.

Luis Gallego se dio cuenta de que este era un buen momento para “recuperar la tradición” cuando ayudó a su hijo de 6 años a enviar una carta a una prima de Inglaterra. “Todo el proceso le sorprendió mucho. Desde la compra del sello a meterla en un buzón”, comenta el vicepresidente de ¿Por qué no?, que asegura que al pequeño “le hizo mucha ilusión” y ya espera impaciente la contestación.

La ONG defiende que “en estos momentos de distanciamiento social” las postales pueden ser un detalle diferente. “Es una buena forma de volver a comunicarse. Hablar por WhastApp es muy fácil, pero tener una postal es muy especial”, reflexiona Gallego.

En su Instagram, donde se pueden conseguir las postales, ¿Por qué no? detalla los pasos que hay que seguir para poder enviar una postal. “Escribe la dirección a donde la quieres enviar. La de verdad, no vale el email”, bromean, como si esta tradición ya fuese cosa del pasado. “Mete el sobre dentro de una cosa llamada buzón. Suele ser amarilla y con una gran boca”, dan como pista a los más despistados.

¿El resultado? “Una gran sonrisa”, dicen los miembros de esta asociación, que también tiene minimercadillos en Mesoiro en los que se cumplen las medidas de seguridad por el coronavirus.