El contrato de alquiler que mantienen la concesionaria del Palacio de la Ópera, Sociedad de Fomento y Desarrollo Turístico, del grupo Comar —que también gestiona Palexco— y el Concello para que el Consorcio para la Promoción de la Música tenga su sede en este edificio expirará en unos quince días. Ambas partes mantienen ya conversaciones para afrontar un 2021 marcado por el coronavirus y por la incertidumbre, ya que no saben si habrá más restricciones en el aforo de los espectáculos o si podrán retomar la actividad allí donde la dejaron el pasado mes de marzo con el inicio de las medidas para frenar la pandemia.

En el mes de junio, el Concello informó a la concesionaria de que, en diciembre, daría por finalizado el contrato de alquiler de las instalaciones, ya que el coste de este arrendamiento es de unos 900.000 euros anuales, una cifra que el Gobierno local considera que no es necesario seguir pagando toda vez que la Sinfónica se tuvo que trasladar al Coliseum para poder retomar su actividad manteniendo las medidas de seguridad, tanto entre músicos, como entre el público en esta nueva etapa marcada por la irrupción del coronavirus.

Ambas partes negocian ahora qué relación tendrán en el futuro y en qué condiciones se desarrollará. El gerente del Consorcio para la Promoción de la Música, Andrés Lacasa, comentó ayer a este diario que la formación se siente “muy contenta y muy agradecida” por tener un nuevo hogar, el Coliseum, en una época en la que muchas orquestas han tenido que reducir su plantilla y sus proyectos para poder cumplir con las medidas de distancia y seguridad sobre el escenario, algo que en A Coruña se solventó con la construcción de una plataforma en la que cupiesen todos los músicos de la formación y con una concha acústica hecha a medida para que el Coliseum tuviese un sonido similar al de un auditorio.

Explica el gerente del Consorcio que la Sinfónica mantiene sus planes de antes de la pandemia, de modo que, a principios de enero pondrán a la venta las entradas para un bloque de cuatro conciertos con grandes solistas. Los tiques se irán comercializando poco a poco, para poder adaptar el aforo a las restricciones que impongan las autoridades sanitarias en cada momento. “La clave es la distancia y el Coliseum nos permite mantenerla tanto encima del escenario como entre el público, ya que el edificio tiene aforo para miles de personas”, resume Lacasa.

El conflicto que puede abrirse una vez que haya avanzado el año es que el Coliseum pueda retomar su agenda más allá de la Sinfónica y de los proyectos conjuntos que realizan, como el concierto de Xoel López con la OSG, y que ambas programaciones sean incompatibles. Entonces, la Sinfónica y sus formaciones necesitarían unas nuevas dependencias —o las antiguas, en el Palacio de la Ópera— para poder seguir adelante con sus planes. Desde el curso pasado, por ejemplo, las clases de los pequeños alumnos de Son Futuro se imparten en las instalaciones del Conservatorio Superior, lejos del Palacio de la Ópera. “Es un año muy especial para nosotros porque se cumple el vigésimo aniversario de las escuelas infantiles”, añade Lacasa, que recuerda que también los coros mantienen su actividad.

La posibilidad de que el Coliseum retome su agenda de grandes espectáculos está sobre la mesa, aunque también que no pueda hacerlo en un futuro inmediato. El cantante Pablo López, por ejemplo, que había programado que su gira de gran formato Unikornio recalase en el recinto de Lavedra el 10 de abril de 2021, canceló ayer todas las fechas de este tour por las restricciones sanitarias.

Los arreglos pendientes de las instalaciones, también sobre la mesa

El grupo Comar gestiona las instalaciones del Palacio de la Ópera desde 1989 con una concesión a 50 años. Desde hace ya varios años, la relación entre el Consorcio para la Promoción de la Música y el Concello con la empresa ha sido tensa y ha estado marcada por el mal estado de las dependencias. Los miembros de la orquesta y su director se quejaron en varias ocasiones no solo del estado de la tarima del escenario, con muestras visibles del desgaste, o de la instalación eléctrica, sino también de las humedades que afectaban a los instrumentos. Durante el mandato de Marea Atlántica, el Concello inició una investigación para estudiar la posibilidad de rescatar y municipalizar la concesión. Se encargaron dos informes, uno técnico, que estimaba en dos millones de euros las reparaciones necesarias en el recinto; y otro económico. Tras el primero, la empresa arregló el patio de butacas, en 2017, con una inversión de millón de euros y también realizó mejoras para evitar la concentración de radón en el inmueble. Un auditor económico externo estimó una ganancia media anual de 328.503 euros: el auditorio reportaba entonces una media de 233.140 euros y el aparcamiento subterráneo, casi 100.000.