Sobre la parcela en la que un viernes cualquiera por la mañana pasean los perros libremente con sus dueños está proyectada la construcción de un complejo residencial en el que habrá un edificio de catorce alturas, otro de once y otros de ocho pisos. Los que viven al lado lo saben y apuran este oasis desde el que pueden ver la Torre de Hércules, el faro romano más antiguo del mundo en funcionamiento y también patrimonio de la humanidad. Preguntar a los vecinos sobre qué les parece el proyecto es saber qué pasa también en sus casas, de puertas para dentro.

Los hay que confían en que este proyecto, aunque les robe la visión y el paseo, les dé otras cosas, que, justo en este momento, necesitan mucho más, como trabajo o clientes para poder llenar la nevera. Otros se niegan a ceder al presente y prefieren pensar en el futuro, en que es una decisión irreversible y se aferran a la lucha por el parque, por servicios para todos, para frenar que esta parcela sea para vivienda solo de unos pocos.

Eduardo y Marcos hablan de eso mientras pasean a sus perros. “Es que mira lo grande que es esto, se podrían hacer muchas cosas que necesitamos, como un parque, una cafetería, una zona para pasear con los animales, incluso un parque infantil para los niños que esté recogido en invierno”, comentan. Son conscientes de las carencias del barrio, de que necesitan más plazas de aparcamiento y les gustaría que, antes de construir, el Concello pusiese más atención en las viviendas del barrio. “Tendrían que dar unas ayudas para mejorar las casas, no es normal que estén así, cada una de un color y con las fachadas como las tienen”, reivindican.

“Yo no me puedo negar. El terreno tiene dueño y tiene sus derechos”, dice Aurora, que es vecina del barrio y que, si vive ahí es porque su suegro vendió una finca y, a cambio, le dieron unos pisos para su familia. “Tengo que ser honrada”, comenta, aunque, si tuviese una varita mágica, preferiría que hubiese un parque y no perder las vistas que, a diario, le regala residir en Labañou. “Esto está sentenciado”, dice y sigue su camino.

David Iglesias, que tiene prisa, y que vive en el Grupo María Pita, asegura que no está “a favor” de que el barrio se someta a semejante cambio. “Vamos a echar de menos las vistas y poder pasear por aquí con los perros”, comenta, y defiende que se busquen alternativas a la edificación para poder salvaguardar la parcela que les conecta con la Torre.

Beatriz también es vecina de Labañou, de la zona del Muncyt, pero pasea con sus perros por los terrenos de As Percebeiras. “Yo estaría a favor de la construcción si fuesen edificios de cuatro o de cinco alturas y si estuviesen en la parte de arriba, si dejasen una zona verde y no estuviesen pegados al paseo. La gente se hace mayor y necesitamos que tenga un sitio en el que pasear y en el que poder estar tranquila”, comenta. “Tal y como está el proyecto no me parece bien. No es la Ciudad de Cristal que nos esperábamos”, lamenta.

Ángel Espido va de camino al club deportivo que tiene su sede justo del otro lado de la calle. Tampoco le gusta el proyecto y cree que esta parcela tiene muchas posibilidades para hacer que el barrio tenga más vida. Si estuviese en sus manos, haría pistas deportivas, unas canchas de baloncesto abiertas, como en Estados Unidos, y un parque de uso público. “Viviendas ya hay bastantes”, reflexiona, en referencia a todos los pisos vacíos que hay en la ciudad y que, a pesar de estar construidos, no tienen quien los habite. Otra vecina del Grupo María Pita, que prefiere no revelar su nombre, considera que el proyecto les beneficiará. “El impacto que puede generar la edificación que se estudia se producirá en las partes traseras de nuestros edificios, en ningún caso existen fachadas principales dirigidas al mar”, comenta y cree que la urbanización traerá organización al barrio, una zona verde y plazas de aparcamiento reguladas, además de vivienda protegida, algo que cree que la parcela, tal y como está no aporta, y confía también en que el Concello cumpla sus promesas de mejorar los servicios, con más líneas de bus y rehabilitación de las viviendas ya existentes.

As Percebeiras: sentimientos encontrados | CARLOS PARDELLAS

José Luis Sandá, veciño do Grupo María Pita: “Isto é pedra e creo que vai afectar as casas xa construídas”

“Farán o que queiran, pero eu creo que nos vai prexudicar os que xa vivimos aquí. Isto é todo pedra e para facer os edificios van ter problemas e iso vai afectar as casas xa construídas, non só porque nos quiten as vistas, senón porque van causar danos nas vivendas”, explica José Luis Sandá, que é veciño do Grupo María Pita. Non está a favor da construción do polígono, pensa que sería moito mellor facer “un parque” para os veciños. É máis consciente aínda desta alternativa desde que hai uns días a zona está limpa e pode pasear co can pola parcela. Preferiría manter as vistas, que este terreo puidese ser de uso público e que, en caso de que se construíse, que non fose para vivendas senón para servizos do barrio. “Ademais, quen vai vir vivir aquí? Vai ser xente de cartos, non vai ser para todo o mundo”, comenta este veciño do Grupo de María Pita, que cre que as súas vivendas van sufrir danos durante a construción se, finalmente, teñen que facer detonacións para poder facer os alicerces dos novos edificios. Se lle deixasen elixir, Sandá preferiría que este anaco de terra se habilitase para os veciños que xa viven no barrio.

As Percebeiras: sentimientos encontrados | CARLOS PARDELLAS

Juan Carlos Díaz y Rafael Fernández, vecinos de Corea: “Empiezan por aquí y acabarán tirando las casas que hay para hacer nuevas”

Juan Carlos Díaz y Rafael Fernández no se ponen de acuerdo entre ellos. Díaz piensa que la construcción de los edificios es lo mejor que le puede pasar al barrio, ahora mismo. “Traerá empleo”, dice. Su compañero, sin embargo, piensa que amenaza la existencia de las viviendas de “la gente del barrio de toda la vida”, en las que han crecido y en las que han decidido quedarse. “Empiezan por aquí pero acabarán tirando las casas que hay para poder construir otras nuevas”, comenta este vecino del barrio de Corea y señala no solo el Grupo María Pita, sino también las que le siguen. Una de ellas es la suya. Su compañero, sin embargo, piensa que todo mejorará, que habrá más negocios, más bares y tiendas y que dejarán de estar tan alejados de la ciudad, aunque, en realidad, estén cerca. “Aún me acuerdo de cuando aquí no había Carrefour y teníamos que ir al Continente de Alfonso Molina, parecía que íbamos a otra ciudad, ahora lo tenemos todo a mano”, relata Fernández. Están de acuerdo en que las nuevas construcciones “traerán vida” al barrio, pero no saben si será a costa de que otros, como ellos, se vean perjudicados. “Yo creo que traerá trabajo, pero solo durante la construcción”, dice Fernández.

As Percebeiras: sentimientos encontrados | CARLOS PARDELLAS

Natividad Martínez Basich, Bar Pico Fino: “Es muy bueno porque traerá movimiento al barrio”

“Yo estoy muy contenta, porque creo que va a ser bueno para la zona. Va a crear empleo, va a traer a nuevos clientes y nuevos negocios y creo que se van a revalorizar nuestras viviendas”, comenta Natividad Martínez Basich, desde detrás de la barra del bar Pico Fino. Confía en que As Percebeiras dé una oportunidad al barrio para crecer, aunque sabe que su opinión no la comparten muchos de los vecinos. “Es verdad que tapa las vistas, pero las viviendas aquí tampoco están como deberían”, comenta, en referencia a los bloques del Grupo María Pita y a las casas bajas que hay en el barrio, que adolecen de humedades y piden ya reformas. “Nos va a beneficiar a los que tenemos negocios y también a los vecinos. Si hay más personas viviendo en el barrio va a haber más vida, más movimiento y seguro que nos mejoran los servicios. Pueden poner más líneas de autobús o más frecuencias, hacer un parque infantil, se puede construir un centro cívico en el barrio, incluso un centro para los mayores o una escuela infantil”, apunta Martínez, que confía también en que las viviendas se vendan y en que estén habitadas una vez que se hayan construido para “renovar el ambiente” en la zona y pueda tener “futuro”.

As Percebeiras: sentimientos encontrados | CARLOS PARDELLAS

Jesús Dourito, veciño desde hai máis de 70 anos: “Para que queremos tanto terreo se non se pode facer nada?”

“Eu nacín aquí, cando todo isto era monte e non había nada”, di Jesús Dourito. Non está “en contra” da construción do polígono, ao contrario. “Para que queremos tanto terreo se non se pode facer nada?”, pregunta ante o soar no que se prevé que se edifiquen os bloques de vivendas. “Tamén fixeron Os Rosales e agora vive xente, antes aquí non había nada e parque xa temos aquí atrás, non precisamos máis. É bo para todos os que vivimos aquí”, comenta, tamén cun pouco de resignación, porque pensa que contra a decisión de construír xa non se pode facer nada, así que, as vistas, ou outras alternativas á construción dos edificios de As Percebeiras xa non entran na súa ecuación.Leva máis de setenta anos no barrio, víuno medrar e evolucionar a medida que el tamén ía pasando follas do calendario. Está a favor de que se constrúa porque pensa que, dese xeito, o barrio poderá medrar e ter máis servizos dos que ten agora mesmo, máis tendas, máis negocios e máis traballo, como xa pasou antes coa creación doutros polígonos.