Nací en Muxía, pero antes de cumplir un año mis padres, José y Manuela, se vinieron a vivir a esta ciudad, donde se instalaron en la calle Orillamar conmigo y mis siete hermanos, entre los que yo era la pequeña. Mientras vivimos allí estudié en la Grande Obra de Atocha, hasta que nos fuimos a vivir a las casas del grupo de Os Mariñeiros, ya que mi padre tenía esta profesión y además del piso recibió una tarrafa con la que se dedicó a pescar hasta su fallecimiento, mientras que mi madre vendió pescado en el mercado de la plaza de Lugo hasta 1982. Posteriormente abrió un pequeño camping en Gandarío, del que llevo ahora la gerencia ayudada por mi marido y mis hijos.

Mi madre abrió un ‘camping’ en Gandarío que ahora gestiono con mi familia

En Os Mariñeiros conocí a mis primeros amigos, como Loli, Jacinta, Gloria, Chata, Andrea, la Morenita, Pepín, Fernando, José y Julio, a los que se sumaron mis compañeros de colegio, como Sarita, Dorita, Charo, Luisa y Chata, quienes tuvimos como profesora a la señorita Purita, que se portaba muy bien con nosotras y al entrar en el colegio nos daba un bollo de pan y leche para desayunar.

Lo que más nos gustaba era jugar en la calle o en cualquier lugar de los alrededores, incluso a los juegos de los niños, como el che o las canicas, a los que casi siempre les ganaba, lo que les fastidiaba mucho. Las niñas también jugábamos a las muñecas y a las casitas y cambiábamos tebeos. Los domingos, si nos habíamos portado bien, nos dejaban ir a los cines de barrio más próximos a nuestra casa, como el Finisterre, el Rex, el España y el Doré.

Dolores, con su marido el día de su boda. | // LA OPINIÓN

Los domingos íbamos a misa en la iglesia de San Pedro de Visma, donde estaba el cura don Alberto, que era jovencito y muy guapo, por lo que las chicas nos gustaba mucho. Algunas veces al salir de allí bajábamos al centro a pasear, siempre acompañadas de algún familiar que hacía de carabina. Recorríamos la calle Real y los Cantones y en ocasiones nos acercábamos a Tómbola de Caridad para recoger las postalillas de las rifas. Un día que fui con mi madre y compramos rifas nos tocó un gran retal de tela con el que me hicieron un vestido.

En verano iba con mis hermanos a las colonias del Sanatorio de Oza

En verano al principio iba con mi familia a las playas de Riazor y San Amaro, pero a partir de los quince años empecé a ir sola con mis amigas y aprendí a nadar en la segunda de ellas. En carnavales nos dejaban ir acompañadas por nuestras madres a los bailes de mocitas del Finisterre y del club Santa Lucía.

La autora, en una foto de su juventud. | / L. O.

También lo pasaba muy bien cuando en verano le llevaba a mi padre la comida hasta el barco, ya que lo atracaba en la playa de O Parrote o en la Dársena de la Marina y me dejaba tirarme al agua desde él. También lo pasé muy bien en las colonias del Sanatorio de Oza donde estuve los meses de verano con mis hermanos, ya que nos trataban como reyes e íbamos invitados, al igual que otros hijos de familias numerosas.

Me casé después de un año de noviazgo y a los diecisiete años y ya cumplimos las bodas de oro.

Testimonio recogido por Luis Longueira