En el número 8 de la calle Barrera, en la administración O Meigallo, Amaia Lafuente y Pablo Blecua sí que tuvieron el número 86986 expuesto tras el cristal, a diferencia de los otros dos establecimientos en los que tocó este madrugador quinto premio en la ciudad, que lo despacharon por terminal.

Tuvieron en sus manos diez décimos y vendieron cinco. Los otros, comentaba ayer Blecua, los devolvieron a Loterías al no haberles encontrado comprador. En total, repartieron 30.000 euros, que podrían haber sido 60.000, de haber vendido toda la serie. Ayer por la mañana, con el sorteo aún despertándose, todavía no sabían quiénes habían sido los agraciados.

“Nos cogió bastante de sorpresa y nos pudimos quitar la espinita que teníamos con el sorteo de Navidad”, comentaba ayer Amaia Lafuente, del otro lado del teléfono. La administración era de la abuela de su marido y tiene ya más de medio siglo de historia, aunque ellos la regentan desde hace aproximadamente diez años, en los que han repartido grandes premios, entre ellos, una Bonoloto de tres millones. A pesar de que El Gordo se les sigue resistiendo, este año, al menos, han podido entregar un poco de la alegría que todos los vecinos buscan el 22 de diciembre con este quinto premio. Ya bien entrada la tarde, la duda de quiénes serían los agraciados se mantenía en la administración. “Todavía no ha venido nadie”, comentaba Lafuente, en la que, según confesaba, estaba siendo una jornada “con mucho lío”, pero también “llena de felicitaciones” de clientes y vecinos que se acercaban a darles la enhorabuena y a pedirles comprobasen su suerte.