El talento científico se escapa. Y es muy difícil recuperarlo. Esa es una de las conclusiones que se puede sacar de la Reunión Gallega de Jóvenes Investigadores en el Extranjero que se celebró ayer desde la Domus, esta vez online. Organizada por el Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña (INIBIC), bajo la coordinación de María Mayán y en colaboración con los Museos Científicos Coruñeses, esta cita ha servido para reivindicar la necesidad de dotar de más fondos al ámbito de la investigación científica y contar con un plan de retorno para contratar profesionales.

Una veintena de investigadores ha presentado sus proyectos sobre medicina personalizada, contaminación por plásticos o las ondas gravitacionales. Realizan estancias en el extranjero que forman parte de la formación en la etapa postdoctoral. Una fuga de cerebros en la que se ha visto inmersa Lara García, que ha recibido el Premio a la mejor trayectoria profesional científica joven menor de 30 años. Durante tres años y medio, esta lucense de 28 años ha desarrollado su tesis doctoral en la Universidad de Groningen, en los Países Bajos. “Lo que hacemos es desarrollar radiofármacos, que son compuestos radioactivos que ayudan al diagnóstico de enfermedades y a elegir el medicamento más favorable para cada paciente”, explica la joven, que ya ha iniciado su regreso a la Universidad de Santiago, pero asegura que “no es nada fácil”.

“Mi idea es incorporarme en medicina nuclear, pero todavía estoy pendiente de las becas de doctorado del Ministerio de Educación”, explica. Esa aportación económica decidirá su futuro. “Aquí, en España, no hay oportunidades laborales y, además, para los grupos de investigación contratar investigadores es un gasto muy importante”, analiza.

La profesora de la California State University, Lúa López, que se dedica a comprender cómo especies de interés en biología de la conservación responden a cambios ambientales a nivel genético y fisiológico recibió el premio Ángeles Alvariño a la mejor trayectoria profesional. La otra galardonada fue Sarela García, que obtuvo el Premio al trabajo presentado con mayor impacto social. Centrada en el estudio del impacto de los fármacos de uso común en la microbiota intestinal, esta investigadora está realizando su segundo posdoctorado en los laboratorios de Athanasos Typas, Kiran Patil y Peer Bork en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular en Heidelberg (Alemania). Se empeña en recordar “la importancia que tiene la investigación”, algo que ha quedado demostrado “este año con la pandemia”. “Es muy impresionante cómo se ha podido desarrollar una vacuna en un año. Pero no es solo el COVID-19, a todos nos gusta ir al médico cuando estamos enfermos”, expone. Sarela García insiste en que hay que pedir más fondos para la ciencia. “La reivindicación es ahora, en el futuro, y tendría que haber sido más en el pasado”, reflexiona.

Durante la jornada, los participantes —formados en Galicia pero que han buscado oportunidades fuera— debatieron sobre la creación de un plan de retorno. “Las políticas gallegas están descuidando a sus científicos, haciendo que retornar sea una opción muy poco atractiva para quienes están desarrollando carreras exitosas en otros países, donde las oportunidades y condiciones laborales son mucho mejores”, señalan desde la organización de la reunión.

El ejemplo está muy cerca: País Vasco y Cataluña cuentan con programas de captación de talento “muy rentables con retornos económicos en menos de 10 años y creación de nuevos puestos de trabajo altamente cualificados desde el primer año”.

Uno de los que ha conseguido abrir la puerta para regresar es Alejandro Criado, que también formó parte del encuentro de jóvenes talentos. Tras hacer su tesis en Santiago de Compostela, viajó a Italia para unirse a un grupo referente en nanomateriales de carbono. Después, se instaló en un centro de investigación del País Vasco. “Ahora busco la aplicabilidad de estos nanomateriales. Pueden ayudar a dar un tratamiento en un estado más temprano de una enfermedad y así darle un mejor diagnóstico que permite dar un tratamiento preventivo”, detalla Criado, que pasará a formar parte del Centro de Investigaciones Científicas Avanzadas (CICA) de A Coruña.

Jornadas como la de ayer, explica, “demuestran que hay potencial gallego y que esto no se puede dejar pasar”. Alejandro Criado opina también que el coronavirus ha enseñado a la sociedad la importancia de la ciencia: “Siempre digo que una aportación o financiación a la ciencia, es una vacuna para esa sociedad”. “Hay que estar preparados”, sentencia.

También Lara García espera que, después de lo que ha ocurrido con la pandemia, “se destine más dinero a la investigación”, aunque apunta que es “algo que está por ver”. “De momento, parece que ha tenido un impacto social grande y la gente esta más concienciada sobre la importancia de la investigación en todos los campos. Pero creo que para que seamos capaces de ver el aumento en recursos, tiene que pasar un tiempo”, expone.

En el encuentro también participaron la presidenta de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer, Marisol Soengas, y la investigadora jefe de Grupo del INIBIC, que hablaron sobre Ciencia y Mujer y La ciencia como motor del progreso. Presentaron datos que ponen de manifiesto cómo la inversión en ciencia y la captación real de talento suponen un retorno económico a medio plazo, ejerciendo un impacto positivo en obtención de recursos y generación de puestos de trabajo.

Además, el virólogo Mariano Esteban fue el encargado de inaugurar la reunión. Dirige uno de los grupos que está desarrollando una de las vacunas contra el coronavirus. Mientras que la doctora en Medicina y Cirugía, que hasta el pasado verano fue presidenta de la Sociedad Española de Inmunología, África González, recibió la mención especial Ciencia y Mujer 2019.