El lotero de San Agustín, Manuel Eugenio Reija, mantiene, en contra de las conclusiones de la Policía Judicial, que cuando se encontró la Primitiva premiada con 4,72 millones de euros en su administración, el 2 de julio de 2012, estaba “solo” y asegura que el boleto es como “un documento al portador” por lo que “podría haber ido a una entidad bancaria” a reclamar el premio. “Pude haber cobrado la Primitiva y no decir ni pío, ni a mi familia”, se defiende.

El caso de esta Primitiva millonaria sin dueño está siendo investigado en un juzgado. Manuel Eugenio Reija declaró ante la jueza en noviembre de 2019, como investigado, al igual que su hermano Miguel Reija, delegado provincial de Loterías. En un informe enviado al Juzgado de Instrucción número 8 de A Coruña, la Policía Judicial concluye que el lotero no debe ser el legítimo beneficiario del boleto —solicitó cobrarlo en septiembre de 2012— y que, además, es “indiscutible” que el ganador acudió a comprobar un lote de cuatro boletos, entre los que se encontraba el premiado, a San Agustín. A esta conclusión llega la Policía tras analizar la actividad de la máquina del local, que revela que tres segundos antes de comprobar el resguardo millonario se hizo otra operación y 49 segundos después se realizaron dos nuevas apuestas.

Reija insiste, como ya había declarado ante la jueza, en que cuando comprobó el boleto “no tenía a nadie delante”. “Recuerdo que era un lunes y suele ser un día de mucho trabajo. Pero en ese momento no había nadie. Estaba solo. Acto seguido sí hay movimiento”, confiesa.

Para el lotero de San Agustín, las conclusiones policiales son “erróneas” porque asegura que cuando le salió en la pantalla el mensaje Premio superior, llevar resguardo a la delegación estaba “solo en el despacho”. Este mensaje automático significa que el resguardo tiene un premio superior a 5.000 euros.

El registro de la máquina de su administración revela que, pocos minutos después, volvió a pasar un grupo de boletos para su comprobación, entre los que estaba el premiado, que pasó de nuevo una tercera y última vez. Al día siguiente se lo entregó a su hermano, Miguel Reija, delegado provincial de Loterías.

Manuel Eugenio Reija se defiende también alegando que al día siguiente del hallazgo del resguardo pudo haber ido “tranquilamente a una entidad bancaria a cobrarlo”, pues si no hay denuncia por pérdida o robo, el boleto es de quien lo presenta. “Si fuera con esa mentalidad de quedarme el dinero, podría haberlo cobrado y nadie se enteraría. Yo tenía el boleto en el bolsillo”, insiste.

Aunque en su informe la Policía Judicial considera que Reija no mostró interés en la búsqueda del beneficiario, el lotero manifiesta que su “primera intención siempre fue encontrar al propietario del boleto, al afortunado”. “Por eso lo entrego”, argumenta, pues se lo dio a su hermano y este se lo traspasó a la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado. “Yo no sabía qué iba a hacer Loterías con el boleto. Yo soy así, si es algo que no es mío, no lo quiero. Lo entregué y no lo cobré”, recuerda.

Manuel Eugenio Reija opina que en aquel momento tenía “libertad total para hacer lo que quisiese” con la Primitiva millonaria, pero notificó su hallazgo y la entregó. Ante la jueza, que ya no es la misma que en la actualidad instruye el caso, el lotero de San Agustín dijo que si hubiese tenido la intención de quedarse con los 4,72 millones de euros del boleto, se habría ido “a Canarias”. Una frase que a día de hoy mantiene. “A Canarias o a donde fuera”. Pero, repite, lo entregó. “Si hubiera buscado el daño o hubiera tenido una persona delante —durante la comprobación—, no digo nada”, concluye.

Hace un año se hizo un cambio del juzgado que investiga el caso y la nueva jueza citó a siete directivos de Loterías que, en calidad de investigados, explicaron durante siete horas sus versiones sobre el boleto premiado. Manifestaron el pasado marzo que no tenían la obligación de buscar al titular del resguardo, por lo que no emprendieron acciones para ello. Sobre esto, aseguraron también que no dieron instrucciones a los hermanos Reija de ocultar datos que ayudarían a encontrar al dueño del billete.

En un primer momento, el lotero de San Agustín notificó el hallazgo de un solo boleto, cuando en realidad el jugador presentó cuatro para su comprobación, dos sin premio, el millonario y otro con un premio inferior de tres euros. En sus declaraciones en el juzgado, Reija achacó a un despiste que hubiese notificado solo un resguardo. Su hermano, el delegado de Loterías en la provincia de A Coruña, insistió en su declaración que el proceso se desarrolló de forma correcta.