Tras el ensayo, los músicos de la Sinfónica recogen sus instrumentos y chocan el codo con Frank Peter Zimmermann, uno de los mejores violinistas del mundo que, hoy, a las 20.00 horas, volverá a subirse al escenario del Coliseum con ellos para interpretar el Concierto para violín, de Schumann, en un programa que incluirá también fragmentos de La Cenicienta, de Prokófiev, bajo la dirección de Dima Slobodeniouk.

Lo poco que he podido escuchar del concierto sonaba muy bien...

Sí, es que... qué solista, ¿eh? Increíble. No fue fácil, porque no fue solo el coronavirus, también la situación en Madrid por la nevada, yo vine de Finlandia y tuve que cambiarlo todo. Es una suerte que esté aquí.

Al final solo podrán entrar 250 personas, ¿es igual tocar para el auditorio lleno que para tan poco público en un recinto tan grande?

Lo pensé mucho yo también. No es lo mismo tocar con público que sin él, cambia la energía, pero si hay mucho o poco público no hay diferencia. Tocamos para ellos, que han venido a vernos y están ahí, da igual que sean treinta que tres mil. Para mí es tan importante la experiencia social como la musical de un concierto, porque estás escuchando música con gente, no estás solo en tu casa con los auriculares. La gente que va a venir va a escuchar un concierto acústico, no hay ninguna amplificación y es un espacio que, originalmente, no es acústico, por eso es un milagro que funcione. Sé que el volumen está más bajo que en el Palacio de la Ópera, pero compensar el nivel de volumen con aparatos eléctricos implica perder toda la calidad, así que, mi decisión fue tocar solo acústicamente y creo que ha funcionado. Solo tardamos unos minutos en acostumbrarnos a ese nivel de sonido, como cuando vamos a un concierto de rock, al cabo de un rato, ya no nos parece que esté tan alto.

¿Recuperan con este concierto la normalidad de la orquesta, ya asentada en el Coliseum?

La normalidad está todavía muy lejos, pero entre que no tocamos, no nos vemos, no hablamos... para mí hay una cosa muy complicada, que es tener a la gente separada, no estoy hablando de la distancia de seguridad en el escenario sino que no hay aspecto social como antes y eso es muy duro, muchísimo.

¿Se nota a la hora de tocar?

Ahora menos, pero en el verano, cuando volvimos, fue difícil. Si la gente está cerrada, se nota mucho, ahora vamos en una línea más natural, como antes y eso es porque hemos estado tocando cada semana. Y es gracias al esfuerzo de todos.

¿La elección del programa la hizo antes de la pandemia o ya cuando había iniciado? porque es muy luminoso.

Es muy claro, yo estaba muy interesado en Schumann porque, aunque estaba enfermo, en esta obra no se nota, él abre una ventana a un mundo mejor. Es muy luminosa, pero destila soledad y aislamiento.

Como nosotros ahora...

Sí, si piensas en una persona que está enferma, es impresionante ver la luz que tiene dentro. A mí me ayuda mucho pensar que hay esa luz, porque a nosotros nos va bastante bien, podemos trabajar, aunque no sepamos qué va a pasar dentro de seis meses pero hay gente que lo está pasando mal. La música nos ayuda, no solo a nosotros, sino también a la gente que venga al concierto, a sobrellevar la situación. Yo creo que el Coliseum es el mejor sitio para ver un concierto, es un espacio muy grande y hay mucha distancia. Para calentar el aire se necesitan unos calefactores muy potentes, hay circulación de aire que nosotros en el escenario sentimos como viento, pero está bien.

¿Y La Cenicienta, la eligió antes de la pandemia también?

No, durante. Es una selección de fragmentos y quiero grabarlos porque no había una versión de concierto que mantuviese la línea dramática y que permitiese seguir la historia. Es musicalmente interesante porque hay partes igual de buenas que en Romeo y Julieta. Es un cuento de hadas pero es también un drama que muchos hemos vivido, eso de llegar a un sitio y pensar que no encajas. Además, también pensé que la luz que tiene siempre Prokófiev iba a animar a la gente a seguir adelante, porque no tienes que entender todo lo que está pasando, solo tienes que sentir la música. Escuchar es suficiente. Además, para mí, La Cenicienta es una música que viene de la leche de mi madre, así que, es parte de mi vida.

Dirigirá este concierto, pero para los tres siguientes que hay programados vienen otros maestros, ¿cómo plantea el siguiente ciclo?

Sí, aunque igual tengo que sustituir a alguno. Yo estoy aquí, así que, no hay problema. Programar ahora es muy difícil, pero peor es no hacer nada, así que, de todo hacemos plan A y plan B. La próxima temporada quiero pensar que vamos a tener una relativa normalidad y eso incluye hablar sobre el espacio. De momento estamos bien aquí y es una suerte que podamos estar en el Coliseum, pero sabemos que no es para siempre. El Palacio está en unas condiciones horribles y todavía no está arreglado. Nosotros queremos tocar, si no es en el Palacio de la Ópera, que sea en otro sitio, pero hay que encontrarlo. Es una pena porque la Sinfónica es una marca de identidad de la ciudad y de Galicia y no tiene casa. El Coliseum nos permite existir, pero la situación del Palacio es muy mala. Es muy triste que todo parezca ser tan complicado, pero lo peor de todo es que este edificio no está en el estado de conservación que debería por falta de inversión durante años y años. Es un poco raro que no haya ninguna administración realmente interesada en que se solucione este problema. Es muy triste y no sé por qué pasa esto. Es como si construyesen el edificio y ya nadie más se preocupase por él. No tenemos mucho tiempo y es realmente peligroso estar ahí, aparte de que hemos pagado millones y millones año tras año prácticamente por nada.

¿Cómo de peligroso es volver al Palacio de la Ópera?

El radón es solo una de las razones, pero hay muchas más, no hay circulación de aire, que ahora es tan importante, y por eso tiene tanta humedad, el escenario está fatal. Mi camerino es de los mejores y no me puedo lavar las manos porque el agua sale casi siempre marrón. Realmente, es un milagro que esté funcionando actualmente de alguna manera.

¿No lo echan de menos, entonces, están mejor en el Coliseum?

Sí, pero sabemos que es algo temporal, que no podemos estar aquí para siempre porque el Coliseum recuperará su programación en algún momento. Haremos algún concierto en el Palacio, pero estar allí y ensayar es imposible ahora mismo.

¿Y hacer otras colaboraciones, como la que hicieron con Xoel sigue en marcha?

Sí, pero es difícil actualmente, con Xoel fue muy divertido y hay otras posibilidades, como la música folk, pero es muy difícil técnicamente mezclar música amplificada con música que no lo está. Yo veo la Sinfónica como buque insignia, porque tiene un nivel muy alto en el mercado europeo. Es un poco raro porque somos una de las marcas de la ciudad, junto al Deportivo e Inditex y no tenemos casa.

La Sinfónica estaba en un punto de salir de gira y despegar y se ha parado por la pandemia, ¿se recuperará?

Las giras de las orquestas ahora no son responsables, después sí que vamos a viajar dentro de España y a otros países, pero esta orquesta, tal y como yo la veo, es para nosotros y también para llevarla a otras ciudades, pero no creo que su futuro sea estar girando por todo el mundo constantemente, porque hay otras maneras de llevar nuestra música, como Youtube, como el streaming o las grabaciones. Nos pueden escuchar en cualquier lugar del mundo de manera muy sencilla y tenemos muchos seguidores ya en la plataforma.