Con una crisis en ciernes, uno no sabe si son malos tiempos para la lírica o, por el contrario, si se trata de la mejor época para crear. Algo parecido debió pensar Álvaro Dorda durante el confinamiento, cuando comenzó a garabatear en un papel una serie de viñetas e ilustraciones que ven la luz en un formato singular: una carpeta de single que, en lugar de un disco, guarda un tebeo. “Es un disco de rock, a fin de cuentas. El rock es divertido e irreverente, y con esto se pretende lo mismo”, reconoce el propio autor.

El cómic nace de una colaboración creativa nacida en lo más crudo de la cuarentena, cuando la prioridad, además de preservar la salud, era buscar a toda costa mantenerse entretenido. El escritor José Luis Ducid, amigo de Dorda, lo hizo a través de la escritura, con relatos que mandaba cada noche a sus amigos y familiares a través de whatsapp. Mientras que estos textos acabarían dando lugar al libro ilustrado Alerta en el Orzán, las viñetas de Dorda, que exorcizó la ansiedad del encierro a través del lápiz, acabaron dando forma a La vida después de la pandemia.

"Hay viñetas sobre el 'balconazi' y otras especies nacidas en el estado de alarma"

“Aprovechamos el sello editorial con el que publicamos Alerta en el Orzán, D’N’D Ediciones. Durante esos meses dibujaba lo que se me iba ocurriendo. Cosas reales que pasaban pero también situaciones surrealistas”, explica Álvaro Dorda. Por las páginas del disco-tebeo desfilan situaciones cotidianas para cualquiera que haya vivido esos meses: desde la obsesión por hacer pan, el papel higiénico, las contradicciones de la desescalada —“¿Te acuerdas de cuando dijeron que los niños podían caminar hasta el supermercado con sus padres?”—, o los aplausos de las 20.00 horas.

El trazo de Dorda tampoco se olvida de las figuras endémicas de los meses de confinamiento, a las que incluso se ha tomado la libertad de poner nombre. “Hay alguna viñeta dedicada al balconazi, doggies, kiddies, especies surgidas durante aquellos días”, comenta el músico. Todo y nada tiene la obra de casual, como reconoce el mismo Dorda. “En 2020, se cumplen 250 años del nacimiento de Beethoven, y se publicó este primer disco sordo”, explica.

Un proyecto con el que el músico persigue un objetivo, además de paliar el vacío que ha dejado la ausencia de la música en directo: dejar testimonio gráfico y tangible de unos meses extraños que la población difícilmente será capaz de olvidar. “Cualquier persona se va a sentir identificada. Hay cosas que a todos nos llamaron la atención, o que a todos se nos dio por hacer. Todos hemos pasado por lo mismo, a fin de cuentas. Va a quedar como recuerdo de esa etapa extraña, que nunca imaginamos que viviríamos”, propone.