Gemma González es trabajadora social y lleva más de veinte años en la Asociación Pro Enfermos Mentales (APEM). Tras el informe de la Valedora do Pobo, en el que insta a los concellos a realizar protocolos para la detección precoz de casos de síndrome de Diógenes y de Noé, ambos relacionados con la acumulación, González explica que es necesaria la colaboración no solo entre instituciones, cuerpos de seguridad y juzgados sino también que los vecinos tomen un papel activo para evitar que los casos de sus allegados empeoren.

¿Cómo son los casos de las personas que tienen síndromes de acumulación como Diógenes o Noé, qué particularidades tienen?Son muy diversos. Hubo un caso, por ejemplo, de una persona que tenía tal nivel de alcoholismo, que no es que fuese acumulador de por sí, sino que, por su patología, se produjo un abandono que derivó en que acumulaba basura. En una casa en la que estuve también me encontré montañas de heces de perros porque la persona, en su delirio, pretendía hacer estiércol con eso y montar un huerto en casa. Una vez estuve también con una compañera del Concello en la casa de una persona que sí que iba cogiendo cosas del contenedor por si acaso. Era un caso de Diógenes puro, en el que la persona acumulaba cosas por tener.

¿Y a qué se debe?

Puede ser motivado por muchas cosas, por abandono, como el primer caso, por los propios delirios que tiene, porque sus voces les dicen que hagan eso, como el segundo, o porque no quieren salir de su casa. Muchas veces, la gente piensa que las personas que tienen una enfermedad mental son peligrosas y no lo son. Ellos sienten mucho miedo del entorno y no salen de casa porque ahí se sienten protegidos y tener que enfrentarse a sacar la basura o a limpiar algo y salir de su zona de seguridad, que no de confort, les genera un temor enorme.

¿Y cómo deberían ser las intervenciones para ayudar a las personas que están en esta situación?

Tendríamos que trabajar coordinadamente un montón de servicios de la comunidad, desde salud mental, las entidades sociales como la nuestra, también Servicios Sociales... Quien puede promover una intervención más precoz es la Policía Local porque los agentes tienen mucha información y me consta que muchas veces la transmiten a Servicios Sociales, pero otras veces cae en saco roto.

¿Y los vecinos?

Ahora está en auge hablar de los derechos de las personas con enfermedades mentales, que los tienen, pero como los de los demás, acaban cuando empiezan a dañar los derechos y libertades de los otros. Hay que ponerse en la piel de los vecinos que igual no pueden abrir las ventanas de su casa porque entran bichos o mal olor. Llegado a ese punto, por. urbanismo y salubridad, hay que intervenir.

¿Es importante la labor de los vecinos a la hora de poner en conocimiento de las entidades estos comportamientos?

Claro, es muy importante, porque después vemos las quejas de la gente. Una vez fui con una compañera a casa de una persona que no nos abría y les preguntamos a los vecinos que entraban y salían del portal y nos decían: “menos mal que venís por aquí, porque no viene nadie”. Y les preguntamos a tres vecinos si alguna vez habían comunicado la situación a Servicios Sociales, y ninguno había dicho nada y defendían que ellos no tenían que hacer nada, pero si nadie comunica los casos no podemos intervenir, ni la Policía Local puede dar parte a Servicios Sociales, ni se le puede dar una mejor atención de salud mental para evitar que vaya a más o que se repita. Es muy fácil el cotilleo del barrio y decir que huele mal y que es un problema, pero si nadie hace nada, la situación no se resuelve.

¿Estos casos pueden ser episódicos o se pueden atajar?

Sí, se puede tener episodios y tenemos que estar pendientes, por ejemplo, del consumo que hacen estas personas, porque a veces, viene de compras compulsivas y, entre todos, podemos mejorar la situación.

¿Agravaron el confinamiento y el estado de alarma estas patologías?

Esta situación empeoró muchas patologías. Es increíble la demanda de información que estamos teniendo. Estamos desbordados, porque problemas que estaban más o menos controlados, en familias con personas con una enfermedad mental crónica, están descompensados. Hay gente que tiene miedo y no sale de casa por la situación que estamos viviendo, pero lo que pasa en una casa lo saben los de la casa. También hace falta la colaboración del juzgado, a veces te encuentras con situaciones donde se resuelve bien porque colaboran todas las administraciones implicadas pero otras veces eso no pasa. Si, por ejemplo, un forense no se desplaza a evaluar a un usuario, el juez no puede dictar las mejores medidas para proteger a esa persona, incluso protegerla de sí misma.

¿Notan un repunte de estas patologías?

Yo creo que no, pero ahora se sabe más. Por mi experiencia no veo que haya más casos pero sí que son más visibles.

En la respuesta del Concello a la Valedora decían que habían detectado cinco casos, aunque no es la cifra real de toda la ciudad, ¿hay muchos más?

Hay muchísimos, pero cada uno dentro de su casa puede actuar como considere hasta que cause perjuicio al vecindario o alguien presente una denuncia en Sanidad o avisen a la Policía Local.

¿Hay mucho estigma con estas patologías? ¿Se culpabiliza a las personas que las padecen?

Mucho y ellos no son culpables, cada uno tiene una motivación que le ha llevado a eso y muchas veces no son conscientes o no saben salir de ahí o nunca han adquirido otros hábitos.