Con los proyectores apagados, las butacas vacías y sus espacios desnaturalizados desde hace tres lustros, los cines tradicionales de A Coruña perviven en las reliquias que los nostálgicos e instituciones guardan para preservar la historia, por amor a aquella liturgia perdida o, simplemente, por puro coleccionismo y para operar en el mercado.

Desde los primeros visionados del Circo Coruñés en 1896 hasta el cierre de los Equitativa en 2006 fueron 110 años y más de 50 salas o puntos de proyección que se han perdido y que solo destilan a cuentagotas aquellas vivencias en las butacas del Colón y del París que conservan Fernando Pujalte o Ignacio Benedeti, en los proyectores de Luis Longueira, en los tiques o los libros de registro de Marcos Fernández o en los carteles, programas y bobinas que siguen en manos de cientos de coruñeses anónimos.

Benedeti, con una kinora de 1899 y sobre un asiento del cine París, que proyectó películas hasta 1999.

“Son pedacitos de la magia”. Ignacio Benedeti, aquel niño que se quedaba “absorto” a principios de los 70 delante del escaparate de la distribuidora que tenía la Metro Goldwyn Mayer en la plaza de Vigo, echa de menos el cine de antes, que “no era fast-food” y que ahora está dominado por los multicines y por los estrenos ya directos en las plataformas. “Llegabas y estaban las salas llenas de gente. No eran cines desnudos, tenían su telón, sus acomodadores, el timbre, el guardarropa... Te creaban una expectación previa. Toda esa magia se perdió”, rememora.

Aquella liturgia olvidada la conserva en los asientos que custodia del cine París y que suele utilizar en alguna proyección de su empresa IB Cinema. Junto a él trabaja Marcos Fernández, que fue proyeccionista de Avenida, Riazor y Equitativa y hasta gerente de alguna de estas salas que en sus últimos años eran regentadas por la misma empresa. Él también le ha dado algunos pellizcos a la historia conservando libros de registros donde se contabilizaban las proyecciones, entradas y ciertos objetivos. “Son recuerdos, me gusta tenerlos. Casi todo lo que había en el Equitativa se vendió a una empresa de Salamanca”, cuenta sobre los últimos días del último cine tradicional de A Coruña.

Fernando Pujalte con una butaca del cine Colón

Esos objetos de diario pudieron tener una segunda vida, no era lo habitual. Algunos fueron a parar a instituciones como las butacas del Valle Inclán, que están en la Escola de Imaxe e Son, o el último proyector del cine París, que apagó sus luces en 1999 y que ahora se puede ver en la Sala Mayúscula de la exposición permanente del Muncyt. Otros acabaron en manos de los últimos clientes de aquellas butacas, de gente cercana a las gerencias o, directamente, en la basura. No existía una gran conciencia de conservación, aún menor cuando el almanaque va más atrás en el tiempo.

“Estuve yendo varios días la última semana del cine Colón y me dieron un montón carteles, es que los iban a tirar todos”. Fernando Pujalte fue uno de esos coleccionistas itinerantes que supo estar en el lugar exacto en el momento adecuado. “Soy un personaje sentimental, me encanta todo este mundo y la estética. Me gusta hacer de cronista. De entonces, tengo joyas, afiches de los años 50 hasta los 80 y 90. En aquel momento estuve con la persona que hacía aquellos carteles y fue bonito vivirlo con él, son recuerdos que te llevas”. Además de las butacas y piezas de cartelería del Colón, guarda también un cartel exterior del París, diferente al que luce hoy en el frontal de la tienda de Inditex de la calle Real, pero muy importante para él. “Me dieron el pocho”, bromea. “Es de poliespán, era el que se colocaba en el callejón de Torreiro, pero para mí es algo muy intenso, le tengo cariño”.

Último proyector del París en el Muncyt

El firmamento del Avenida

Pujalte llegaba a donde podía y también a donde en teoría no debía. En su poder también están un par de bobinas del Avenida, aunque es más evocadora en él la experiencia para conseguirlas que la reliquia en sí. “Me vuelven loco los cines abandonados”, avanza. “Cuando estaba ya cerrado, vi un día la puerta medio abierta y me colé ilegalmente. Ahora lo puedo contar “, ríe. “Cuando llegué a la sala de butacas me encontré el techo caído y estaba anocheciendo, se veía el firmamento. Fue alucinante, no lo olvidaré”, relata aún fascinado, casi en shock y lamentando no haber hecho una instantánea del momento.

Pujalte cazó sus joyas a finales de los 90 y al inicio del nuevo milenio, pero la pasión coleccionista le viene a Luis Longueira de mucho antes. Su padre era gerente de la distribuidora Renacer y, entre celuloide, proyectores o cámaras, nació un pasión de la que no se ha despegado en décadas. Guarda filmaciones históricas de A Coruña, como una de las primeras carreras de coches en los 60, y conserva “mil aparatos” relacionados con el cine, casi una veintena de proyectores. Dos de ellos de la marca Ossa que iluminaron salas de cine tradicionales de la ciudad. “Llevo muchísimo tiempo. en esto. Muchas veces conocías a los gerentes, se querían deshacer de cosas y les ayudabas”, cuenta quien durante la pandemia desempolvó uno de sus proyectores para exhibir películas antiguas en una mediana de Vilarrodís y así amenizar la reclusión a sus vecinos.

Longueira, a la derecha

Venta por internet

Son cuatro ejemplos de nostálgicos, personas unidas con fuerza a esos recuerdos, pero hay otro tipo de mercado y de motivaciones. En las últimas décadas han aflorado webs para la compraventa de todo tipo de material entre particulares e incluso entre pequeñas empresas. Una de esas páginas es Todocolección en la que se cuelan carteles, programas de mano y más objetos relacionados con los cines coruñeses, algunos de los años 20 o 30. Todos a la venta y a golpe de clic y transferencia o ingreso. Una de las vendedoras en este escaparate virtual es Mercedes Doval, que regenta la librería O Recuncho de Peruleiro, con perfil en la web desde 2003 y con 14.000 objetos a la venta de todo tipo. Reconoce que este “mercado medio-bajo” está en retroceso, pero “hubo un momento, al principio, que se vendió mucho”. Más allá del cine, admite que “si no fuese” por esta venta por internet, “tendría que cerrar” la librería.

Pujalte, en cambio, está lejos de poner en el mercado los tesoros que guarda. “Yo no los vendo, no, pero como hago proyecciones en Super 8 y 16 mm., que me encantan, pues tiro de todos estos objetos, los saco. A veces llevo el sillón a una plaza o lo que surja...”.

Tiques de Riazor, Chaplin, Equitativa y Avenida Marcos Fernández

Carteles y programas de mano de los cines Coruña, Goya, Colón o Kiosko Alfonso en las décadas de los 20 a los 60. // Todocolección