El último informe publicado por el grupo CovidBens, que mide y analiza la carga viral de las aguas residuales de A Coruña y su área metropolitana, arroja buenas noticias. Los datos relativos a las aguas residuales que llegan a la depuradora de Bens desde los concellos de A Coruña, Culleredo, Cambre, Arteixo y Oleiros estiman, por primera vez en un mes, menos de 7.000 portadores del virus, que sitúan en un total de 6.884. En esta tercera ola, el mayor dato, con 7.600 posibles portadores, se dio en torno al 21 de enero.

Tal y como avanzó LA OPINIÓN hace una semana, los análisis del equipo financiado por la depuradora de Bens anticipan desde hace ocho días un descenso en los datos de contagios. Los expertos del equipo, compuesto por microbiólogos, ingenieros, químicos, matemáticos e informáticos, confirman la bajada de carga viral, pero demandan a la población precaución y responsabilidad. “Los matemáticos del equipo no dibujan la curva hacia abajo si no están completamente seguros. Medimos la carga viral los lunes, los miércoles y los viernes. Ya van tres mediciones consecutivas en los que la carga viral desciende. Está claro que va a menos, pero la situación en el hospital sigue siendo insostenible”, advierte la directora del equipo CovidBens, la doctora Margarita Poza.

Con los datos en la mano, se confirman las posibilidades del sistema de alerta temprana que desarrolla el equipo multidisciplinar de profesionales coruñeses: sus mediciones anticiparon, en esta ocasión, la bajada de los casos once días antes. “Ahora, por fin, la bajada de casos activos empieza a verse en los datos detectados y reportados por el sistema sanitario. En esta ocasión, se ha empezado a notar once días después que van a menos”, cuantifica Poza.

Es pronto para saber, con todo, cómo repercutirá el comportamiento de los casos activos en los niveles de presión hospitalaria, que continúan altos pese a la bajada de casos activos. No es algo fácil de predecir, aunque si hay una realidad tangible es que la situación en los centros es crítica. “La gente que se ha contagiado ahora tardará un tiempo en ponerse enferma, más en ir al hospital y finalmente a la UCI. En muchas ocasiones, esa gente está ingresada bastante tiempo. No se puede decir que estemos genial ni que podemos hacer vida normal ya”, insiste Margarita Poza.

Todo parece indicar que estos datos, algo más esperanzadores que los recogidos en las últimas semanas, son el primer reflejo de las duras restricciones impuestas a la población el pasado día 27, que incluyeron el cierre de la hostelería, el cierre adelantado del comercio no esencial y el toque de queda a las 22.00 horas. “Las medidas tardaron mucho en implantarse después de Navidad, donde se abrió demasiado la mano. Cuando empezaron a subir los casos la gente se concienció más, y hubo muchos que se autoconfinaron en cierto modo antes de las medidas. La respuesta a las medidas no es inmediata, creo que este es un momento de precaución total, no podemos relajarnos”, aconseja Poza.