Aunque sea una idea graciosa y que llama la atención es mucho más que eso. A Johana García, del bar Marchessi, en un lateral del centro comercial Cuatro Caminos se le ocurrió la idea de recrear con maniquíes que su terraza estaba llena de clientes, todos con mascarilla y cumpliendo las normas sanitarias. Lo hizo en colaboración con Lola, que es empleada de la vecina tienda Ropita recién llegada, de la calle Posse.

“Si todos actuásemos con responsabilidad, no tendríamos que estar cerrados. Es para concienciar a la gente y para reivindicar que todos somos esenciales, si la hostelería está cerrada, ni los comercios ni los taxis funcionan”, explica Johana, mientras sirve cafés para llevar a los clientes “de siempre” y también, mientras un agente de la Policía Autonómica se acerca, pensando que, los que le dan la espalda, son clientes de verdad. “Ya le pasó lo mismo a la Policía Local por la mañana”, le dice Johana, al ver que el agente se queda mirando hasta que se da cuenta de su error y le cambia el gesto. Por ahora, lo que buscan con esta iniciativa es que la gente “reflexione” y que, cuando puedan volver a abrir, todos los clientes se pongan la mascarilla sin que los hosteleros tengan que recordárselo. “Estamos así por culpa de irresponsabilidades y no solo en los bares, también en las casas”, comenta Johana, que abre solo hasta las 12.30 horas, para “dar servicio a los clientes de todos los días”, para que no pierdan la costumbre de ir a visitarla y también “para que no se vea vacía la calle”, porque hay muchos locales en la zona, pero casi todos han bajado la persiana.

La otra parte de la iniciativa la puso Lola, que se fue el lunes al almacén a buscar los maniquíes que ya no expone en la tienda y ropa que tiene descatalogada. “Yo creo que nos tendríamos que animar más a hacer cosas de este tipo, porque desgracias ya vemos todos los días y esto es una ventana al mundo”, relata, entre risas, al recordar que la Policía estaba dispuesta a multarlas.

Las restricciones están siendo duras también en el comercio, pero Ropita recién llegada está resistiendo. “Yo creo que muchas veces las clientas vienen a comprar aunque no les haga falta por no dejarme tirada”, confiesa “Mis clientas no compran por internet, quieren que les prepares los looks, que les hagas arreglos... Mi sistema de ventas es siempre el mismo, tener una buena atención, ser agradable, escucharlas, saber qué piden y qué no y así, a veces, se me juntan tres generaciones en la tienda, la abuela, la madre y la niña”, comenta emocionada al recordar que la han acompañado durante toda la pandemia. Asegura que está “orgullosísima” de haber participado en la iniciativa. y de su repercusión. “Con esta notita de humor tapamos también nuestras horas muertas”, resume.