Crónica musical del concierto en ‘streaming’ de la Orquesta Sinfónica de Galicia el 12 de febrero de 2021.

‘Concierto para contrabajo y orquesta’ de Jukka Linkola y ‘Sinfonía nº 9 La Grande’ de Franz Schubert, con Risto Vuolanne al contrabajo y la dirección de Dima Slobodeniouk

Una de las cosas positivas que puedo sacar de esta situación de “confinamiento” que estamos viviendo es que he descubierto que no me gusta la música en streaming, porque esta jamás reflejará las sensaciones que transmite un concierto en directo. Cuando dependes de un realizador de sonido que regule balances al momento, o de tecnología para ver o escuchar mejor, incluso de una buena conexión, te das cuenta que esto jamás llegará para sustituir a un concierto en directo.

Esto no quita que siga disfrutando de mi pasión por la música y por esta orquesta, que semana tras semana sigue asombrándonos. Esta vez le ha tocado a un querido y conocido en nuestra ciudad por ser un habitual del Jazz Filloa, el finlandés Risto Vuolanne, uno de los solistas de contrabajo de la Sinfónica de Galicia, que dio una buena muestra del nivel de nuestros solistas, en un concierto que en muchos momentos sería mas cómodo para un violín, dados los agudos registros y filigranas del concierto, que resolvió sin problemas un gran músico como él, dando la sensación de que parecía una obra escrita por él mismo. Una obra, en mi opinión, un poco larga para interpretar junto a La Grande de Schubert, imagino programada en un contexto con público y descanso, pero una obra interesante y fácil de escuchar que perfectamente podría ser la banda sonora de una película de aventuras, magia y fantasía de la que emana una gran influencia de la música folclórica finlandesa.

La pasada semana oía decir en una charla de un músico que los músicos éramos afortunados por poder contar historias escritas —compuestas— por músicos increíbles, que cuentan cosas que no hemos vivido, pero que afortunadamente nosotros podemos contar. Y con esta frase me quedé yo toda la semana, pensando qué nos iba a contar Dima Slobodeniouk sobre La Grande de Schubert, y que ya su sobrenombre dice mucho, porque es grande en todos los sentidos: en duración, 53 minutos en el concierto; en grandeza, por ser una de las obras más grandes de todos los tiempos; y en dureza, porque es muy exigente físicamente para los músicos.

He de reconocer que me sorprendió y gustó el tempo del primer movimiento no muy rápido como parece habitual en los últimos tiempos, lo cual auguraba un cuarto movimiento vivo, como así fue, y que permitió un gran lirismo a una orquesta que le gusta frasear y tener tiempo para poder realizar todas las apreciaciones escritas en la partitura. El segundo movimiento, con esa introducción de los chelos, auguraba el mejor momento de la noche. La dupla David Villa al oboe y Juan Ferrer al clarinete era, sencillamente, la historia que Schubert a través de Slobodeniouk quería que escuchásemos: ¡Sublime! El tercer movimiento, fue el mas largo de todos y a pesar de que Schubert aseguraba que “no sobraba ni una nota” quizás se olvidó de añadir que sobraba alguna repetición, porque se hace muy largo, sobre todo en streaming. En el cuarto movimiento, maestro y músicos lo dieron todo. Es una maravilla cuando en el desarrollo se puede escuchar el Himno a la alegría. Gran concierto “contado” por Dima Slobodeniouk, que nos dejó grandes destellos en las intervenciones de trombones y trompas, y en el que al final de todo, con el micro abierto, se podían oír los aplausos y bravos del maestro Slobodeniouk a la orquesta.